Ignacio Ruiz Quintano
Abc Cultural
Al presidente Rodríguez lo llaman “Bambi” porque, al calor de un Oscar de Hollywood, dice cosas como ésta: “Quien desprecia a la gente de la cultura no merece presidir un país.” De la cultura... y del conocimiento, añade su fiel Pepiño “Tambor” Blanco, el que no pasó de primero de Derecho en Santiago, lo cual, al menos en España, no invalida para la política. Si el cine es, según John Ford, ver caminar a Henry Fonda, ¿por qué la política no iba a ser hacer ministro a “Tambor”?
En España se puede hacer carrera en política sin la de Derecho y en América se puede hacer carrera en el cine sin el Oscar. Henry Fonda tardó casi tanto como Scorsese en conseguir uno, y Edward G. Robinson ni siquiera fue nominado. Lo contestatario, en cualquier caso, era recibirlo y no ir a buscarlo, como Woody Allen, que prefirió tocar el clarinete en el “pub” y así multiplicar su popularidad. O, de ir a buscarlo, emplear a una mandadera vestida de india, como hizo Marlon Brando con Sasheen Littlefeather. ¿Puede concebirse una actitud más progresista?
La izquierda española, sin embargo, considera que un Oscar de Hollywood es lo más grande del mundo después de un Goya de Madrid. De ahí la excitación de la milicianada con el Oscar de Bardem, por mucho que uno crea que dar un Oscar a un actor español es como dar triunfador de San Isidro a un torero norteamericano. Esa estatuilla es el Nobel de los cómicos y los condena a la excentricidad. Sharon Stone, por ejemplo, fue nominada al Oscar por “Casino”, cuyo papel lo ha ido interiorizando de tal manera que todavía le da para elaborar hipótesis políticas de una audacia extraordinaria, como ésa según la cual el 11-S huele a Bush. Conviene saber, pues, que el Oscar eleva a Bardem a la categoría de politólogo mundial, cuyas ocurrencias formarán parte de nuestro progreso intelectual, junto con las de Petras, Suso de Toro, Chomsky, El Pana, Rodríguez Ibarra (“veo a Cuba mejor que a España”), Pajín o Chacón, la ministra Sandía (“porque soy roja por dentro y verde por fuera”), que bien poco tiene que envidiar a ningún ministro Melón, es decir, pulpejo por dentro y sapo por fuera.
Los Bardem en Hollywood, Obama en Washington, el Barça en la Federación, Rodríguez en La Moncloa y Sardá en la televisión.
–Quien desprecia a la gente de la cultura no merece presidir un país –dejó caer Rodríguez en TV.
–¡Coño, votad al PSOE, hostia! –tradujo Sardá en el plató.

