Francisco Javier Gómez Izquierdo
Confieso que he llegado a tal grado de escepticismo e incredulidad que me importa cero patatero a quién echen la culpa del apagón del lunes. No salvo a ninguno de los que andan alrededor de la gamella. A mí no me alteró en demasía el correr del día teniendo en cuenta que los bocadillos de sardinas con tomate siempre me han sabido buenos. Me enfadó escuchar por el transistor (los de mi peña se ríen mucho de mí cuando me ven en El Arcángel sacándolo del morral) que todo iba bien, que ya había luz en no sé cuantos sitios del Norte, en Cataluña, que también en Andalucía... Salí a la calle sobre las nueve con muy mal humor. Paseé lento con el auricular puesto alrededor de casa media hora o así. Subí y con una potente linterna acabé El Gatopardo, libro que no había leído. Por la radio me enteré que eran ya la una y cuarto. Me acosté y mi calle de Carlos III seguía sin luz. Dormí bien. A las siete y cuarto, cuando desperté, había luz. Antonio me dijo que abrió pronto por miedo al estropicio probable de las máquinas del bar con las subidas de tensión. "A las cinco menos cuarto ha llegado la luz", dijo, y mientras esperaba la tostada, en el tele que Antonio tiene encendida, oigo "tontás", o a mi me lo parecen.
No tengo ni idea de los asuntos de energías, empresas, redes... pero sí sé cómo han subido los precios de la luz al tiempo que te venden que la luz de las eólicas y las placas son más ecológicas además de más baratas que las nucleares. Sé cómo está quedando el paisaje andaluz, extremeño y sobre todo en La Mancha, donde proliferan los campos "ensolaos", como dice Valentín, uno de Puertollano. Alrededor de este pueblo y según sales del Valle de Alcudia en dirección C. Real y coronas el cerrillo que deja a la derecha Brazatortas, crees que un poco más allá de Brazatortas también a la derecha, ha nacido un lago inmenso de color plateado guarro. No es agua. Son placas. Placas que alicatan todo alrededor de Puertollano. Inmensos campos de placas que a lo visto son muy ecológicas y buenas para las vidas de nuestros descendientes, pero por los que no pueden pasar ni animales ni personas. Sé que mi gran amigo Toño, ingeniero químico que resuelve problemas por todo el mundo -no exagero, lo mismo va a Sudáfrica, que a Rusia, los USA, a Rumanía, Bolivia, incluso la China...- siempre me ha dicho que la energía nuclear es limpia y segura y que por qué energía nuclear no y medicina nuclear sí.
No quiero enredarme. Quisiera que alguno de todos estos charlapuñaos que van a proliferar a raíz del 28 de abril nos aclarara si llegados a ese ideal de sólo utilizar energías renovables y se elimine toda ayuda de las centrales térmicas, con gas, gasoil o las nucleares, tendremos la seguridad de que no vuelva el apagón o apagones... o si como parecen insinuar, la energía de los molinos y las placas fluctúa de tal modo en su oferta que colisiona con la demanda y ¡pum!, pasa lo que los científicos anunciaban.
Pues nada, si servidor se encuentra como mi amiga Pepita en el tren que la lleva de Córdoba a Salamanca, tirado en las llanuras de La Mancha, tendré que esperar a que llegue la Guardia Civil para que disponga lo que conviene. "Ahí no puede llegar autobús. Poquito a poco, vamos andando hasta el aeropuerto", dijeron a mi amiga Pepita a la que fue a buscar desde Cabra, pueblo que da ministros, el marido. Servidor es capaz de tirar andando hasta la casa del suegro que quedaría a 14 kms. de donde quedó varado el tren de Córdoba a Salamanca. Y nada... bendito sea el ecologismo energético que nos ha triplicado el precio de la luz además de traernos los inconvenientes propios del Progresismo. Otra cosa que sé a ciencia cierta, y digo a ciencia cierta, es que Progresismo está reñido con Progreso.


