jueves, 17 de abril de 2025

Ombligo


Cambó

Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural


Gellner planteó la cuestión de una forma sencilla: la identificación con una nación y su expresión política, ¿constituyen algo antiguo o son algo moderno? Los modernistas están por lo segundo, y por lo primero, los primordialistas. Es la misma controversia que bajo los efectos del darwinismo desarrollaron evolucionistas y creacionistas: para los primeros, defensores de la autoridad de la ciencia, Adán no tuvo ombligo, puesto que no había razón que lo justificara; para los segundos, defensores del sentido común tradicional, Adán dispuso de un ombligo completamente inútil. En resumidas cuentas: ¿tiene ombligo Cataluña?


“A fuerza de ir y venir, / junto al camino real / abrió mi jaca un camino...”


¿Qué es el nacionalismo? Pues lo que antes llamábamos patriotismo, pero complicado con un poco de filosofía de periódico. En “La provincia del hombre”, Canetti escribe: “La unidad de un pueblo consiste fundamentalmente en que, en determinadas circunstancias, puede actuar como un individuo que padece manía persecutoria.” (A la inversa: la justificación de un paranoico individual consiste en actuar ocasionalmente como la encarnación de un pueblo entero.)


Aunque parezca lo contrario, ningún pueblo es tan sentimental como el de Cataluña: nunca, nunca ha reaccionado por otros motivos que los sentimentales –amenazaba Cambó en cuanto le tocaban el Arancel.


Después de la guerra civil, Pemán visitó a Cambó en Buenos Aires y hablaron de toda clase de revoluciones: nacionales, totalitarias... En el vestíbulo, al despedirse, el gerundense le mostró al gaditano un cuadro de Tiziano que conservaba todavía en el lienzo una cuchillada perpetrada por los que asaltaron su casa de Barcelona durante la contienda.


Fundamentalmente, esto es la revolución –dijo.


Este “seny” catalán arranca, vía Lloréns y Barba, de la filosofía escocesa, no del whisky, sino del sentido común: Pemán lo llama raciocinio superado por un penacho de intuición, argumento redondeado por la fe.


“A fuerza de ir y venir, / junto al camino real / abrió mi jaca un camino...”


“Junto” al camino real, no “por” el camino real. Aquí –Pemán escribe en Cádiz–, cada uno, su jaca, su camino y su vereda. Nadie puede enseñarnos a nosotros nada en materia de autonomía. Los catalanes no van mal, pero están empezando. La sardana es baile de cuerpo de ejército, el baile de Cataluña independiente; la bulería es baile individualista, el baile de cada andaluz autónomo: “No nos vengan ahora a nosotros anunciándonos, como un nuevo evangelio, la flamante autonomía ejemplar de ‘Els segadors’. Aquí hace tiempo que se basta un hombre solo para cantar una copla o para matar a un toro.”