Francisco Javier Gómez Izquierdo
Hasta octavos, que es cuando de verdad empieza la Champions, aficionados y crítica en general se suelen detener más en las actuaciones de los jugadores ya consagrados a los que se pide si no han dado o a los que se elogia con adjetivos desmesurados si sus prestaciones han ido conforme a sus emolumentos. A partir de cuartos, el personal se fija en los entrenadores, porque en cuartos suelen sobrevivir las buenas plantillas y los equipos más en forma a los que por lo general entrenan estrategas sobresalientes.
La ida de los cuartos pone en el candelero al Real Madrid de Carlo Ancelotti, maniatadas ambas manos defensivas, derecha e izquierda, a las que aún no sabe como remediar la arterioesclerosis que las consume. Si corrige con Valverde de lateral derecho se le resquebraja la consistencia que se precisa en el centro del campo. Como en el lateral izquierdo no le convence el bajito Fran García ni el Camavinga al que alguien llamó Lizarazu, se atreve con Alaba, que lo fué in illo tempore, pero no son éstas las fechas de soltarse el aletargamiento. Uno nota que cada vez entiende menos de fútbol, pero me considero un clásico y creo que un gran equipo se arma desde la firmeza defensiva, se consolida con un centro del campo solidario (en éstos tiempos, muy físico) y se convierte en invencible si tienes a los mejores del mundo en la delantera. El Real Madrid no tiene firmeza defensiva, el centro del campo suele presentarse variopinto, pero tiene arriba tres, mejor cuatro volcanes que en un día medio bueno entierran la solvencia estructural de cualquiera de los siete equipos de éstos cuartos. Procurar fuego a ésos volcanes era obligación del míster y ya sólo le puede librar de la reprobación pública el arrebato de uno o dos piconeros en noche de inspiración. La plantilla del Arsenal está mucho menos valorada que la del Real Madrid, pero Mikel Arteta ha formado un bloque reconocible, estajanovista -¡¡como bajan y que rápido se colocan!!-, concentrado... muy trabajado. Puede salir mejor o peor, pero hay entrenadores a los que se les nota el curro. Otro al que se le ve el método y la dedicación es a Hansi Flick. El Barça es hoy un equipo al que se le admira por la coordinación y sobre todo ésos movimientos y desmarques pulidos a base de ensayos. Servidor sigue dudando de la colocación defensiva, pero está claro que estoy confundido. Volviendo al Arsenal-Madrid, un madridista acérrimo me dice que Rice no había marcado ni un gol de falta directa y es circunstancia en la que reparé en el primer gol "¿Y ésa curva al balón?", pero es indudable que si en la portería del Madrid no hubiera estado Courtois el repaso táctico hubiera sido mucho mas escandaloso.
El Bayern de Kompany queda casi en la misma situación que el Madrid de Ancelotti. El Inter de Simone Inzhagi juega "a la italiana", fuerte defensa y contrataque sorpresivo. Así sorprendió en Munich. En la vuelta en Milán seguro que dominará de nuevo el Bayern, Lautaro quedará a la espera y pasará lo que tenga que pasar: lo probable un Barça-Inter en semifinales.
A Unay Emery, al que tanto bueno le deseo le sobró un minuto en París. En el 91, Nuno Mendes, un lateral izquierdo que le vendría bien a Ancelotti, marcó un tercer gol para tener el margen que merecieron los franceses y que se le había negado al equipo de Luis Enrique durante el resto de los 90. Son dos buenos entrenadores Unay y Luis Enrique. El asturiano tiene una ventaja, que es la plantilla, bastante mas valiosa que la del Aston Vila; el guipuzcoano confía en el trabajo, la concentración y el empuje de un público, el villano de Villa Park, que puede deparar una noche gloriosa, pero me da que la otra semifinal enfrentará a Luis Enrique con Mikel Arteta.
Ésto último lo pongo, porque luego los hechos se empeñan en quitarme la razón. "¡¡¡Ajolá!!!", como me solía decir Antón, un gitanazo del Vacie de Sevilla.