Funcionarios y presos con sus hijos
Cárcel de Córdoba. Principios de los 60
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Confieso que con motivo de varias noticias llegadas al móvil enviadas por personal del gremio en el que estuve activo, me invade cierta desazón y una sincera preocupación por mis compañeros a los que la desidia y la evidente animadversión del Ministerio los tiene en el abandono, como el de las lágrimas negras.
Hablo de prisiones y sus funcionarios. En Francia ha aparecido un grupo denominado Derechos de los presos franceses que lleva dos semanas atentando contra las cárceles, quemando vehículos de los funcionarios de prisiones y señalando a los trabajadores con las intenciones que pueden suponer. Firman como DDPF y lo más inquietante es que el señor ministro de la Francia no tiene idea de quien puede estar detrás de los actos de terrorismo.
Los presos de las mafias francesas son chungos. Muy chungos. Dos o tres años antes de la Expo de Sevilla, se detuvo en Córdoba a dos marselleses en un hostal discreto (no contaban con la vigilancia a los hoteles en la época para que el terrorismo no estropeara los fastos del 92). Se habían alojado a seis kms. para colocar el oro robado -"¡aquéllos plateros, ya sabusté!"- de las cajas de seguridad de bancos galos. Recuerdo que llegó un fiscal francés el día del ingreso en prisión; estuvo toda la tarde con ellos. El juicio por tenencia de armas fue rápido y llamativa la toma de la ciudad por los GEOS escoltando el furgón que llevaba a la pareja hasta los juzgados. Condena y rápido traslado a Francia para ser allí juzgados por asesinatos en uno de los atracos. En esos días en Córdoba les incautamos en su celda unas pilas y cables y se les sancionó con aislamiento. No se me olvidará la mirada de Stephen Lanza, uno de los dos marselleses diciendo al subdirector de Seguridad: "éstas muerto", cuando se le comunicó la medida disciplinaria. Tipos como Lanza y Checchi se han multiplicado en Europa. Controlan grupos mafiosos que tienen vida propia. La película Los miserables, de hace cuatro o cinco años, sobre los suburbios parisinos nos enseña qué cosas pasan en los barrios no sólo de París, sino de todas las ciudades, sin que las policías se atrevan a profundizar, maniatadas por políticos pusilánimes cuando no cómplices y por grupos autodenominados "los buenos y solidarios" que no callan ni debajo del agua.
Detrás del salvajismo de estos días en Francia sólo pueden estar las bandas mafiosas controladoras de drogas que seguro se disfrazan con capas de empatía y caridad ante cualquier tribulete al que escogerán como altavoz no se sabe si por colega o por incauto y simplón. Aquí en Córdoba hubo un asesino que ya preso se sintió Robin Hood y escribió libros en plan anarquista repartidor de la riqueza de los poderosos. Por cierto, éste salió de prisión francesa en el último septiembre. Lavazza se llama y seguro que muchos lo recuerdan, "mancao" como el Lute. Lo preocupante de esta peligrosa novedad que tiene por objetivo a los funcionarios de prisiones es que se convierta en epidemia y al llegar a España se junte el peligro de las mafias con la inquina del Ministerio. Dios no lo quiera.

