En el Rocío
Ignacio Ruiz Quintano
Abc Cultural
Corre el rumor de que a Bono, cuyo padre fue falangista –“y yo no soy peor que mi padre”–, le ha dado por corregir en los himnos militares versos de Pemán. Y, a este paso, que se prepare Calderón, porque, al parecer, lo primero que Bono se lleva por delante es el nombre de Dios.
–A todo esto, usted, que hace versos, ¿por qué no le hace una letra a la Marcha Real? –le dijo un día Franco a Pemán.
El general no quería que le pasara lo que a un almirante nuestro en unas maniobras en el Japón, y fue que a la hora del brindis, a falta de una letra, a los sones de la Marcha Real no tuvo más remedio que desgranar el “Corazón Santo, / Tú reinarás...”
–Los himnos no se “componen”, mi general –contestó cucamente Pemán–. Tienen que llevar sobre sí una carga de tradición y de inconsciencia.
Bueno, la inconsciencia ya la tenemos: la del hijo de Pepe, el de la tienda. Ahora sólo necesitamos la tradición... y un poeta.
La pista de la tradición se la dio Foxá a Millán Astray, que le había pedido para una arenga un buen adjetivo para “ejército”. “Invicto”, contestó Foxá, “porque como se ha pasado la vida peleando medio ejército con otro medio, nunca ha podido ser vencido del todo”. Y hasta Franco, quien, según Pemán, se había librado de ser fascista por ser mal orador, acabó un día, por culpa de las citas de Foxá, hablando ni más ni menos que en versos de pie quebrado. Foxá le había deslizado en el discurso la manida cita “cómo a nuestro parecer cualquiera tiempo pasado fue mejor”, y en la secretaría del general, al repasar el texto, tacharon “como dijo Jorge Manrique”.
En cuanto al poeta, ¿qué le parece a Bono el nieto del abuelo que fue picador allá en la mina? Su oda al Caudillo todavía pone los pelos como escarpias, y le vendría como un guante al presidente Rodríguez, si quisieran cantársela los marineros de la “Alvaro de Bazán” en Iraq. Dice así: “Hay un país / que la guerra marcó sin piedad. / Ese país / de cenizas logró resurgir. / Años costó / su tributo a la guerra pagar. / Hoy consiguió / que se admire y respete su paz. / No. No conocí el azote de aquella invasión. / Vivo feliz en la tierra que aquél levantó. / Gracias le doy / al gran hombre que supo alejar / esa invasión que la senda venía a cambiar. / Otros vendrán / que el camino no habrán de labrar. / Él lo labró. / A los otros les toca sembrar. / Otros vendrán / que el camino más limpio hallarán. / Deben seguir / por la senda que aquél nos marcó. / No han de ocultar / hacia el hombre que trajo esta paz / su admiración. / Y, por favor, / pido... / siga esta paz.”

