Decisivos Nico Williams "asistente" y Aguirrezabala,
el muro con que se topó Morlanes
Francisco Javier Gómez Izquierdo
"El Athletic es muy copero" es latiguillo de aficionado que se viene utilizando desde que llegó el fútbol a España. Lo cierto es que desde la final del 84 de la que no se recuerda el gol de Endika Guarrotxena (por cierto, se presenta por Bildu en Europa), si no la batalla campal en la que brilló la melena al viento de Clos y un barullo de patadas destacando entre las mas certeras las del Chato Nuñez, De Andrés y Sarabia por el Athletic y las de Maradona, Schuster, Marcos Alonso y sobre todo Clos por el Barça. Demasiado tiempo sin su trofeo preferido y al llegar anoche a los penaltis a muchos en La Cartuja se les apareció el fantasma de Esnaola y aquella noche triste del 76 en el Calderón ante el Betis en la que tuvieron que lanzar hasta los porteros. A Esnaola, que creo vive en Sevilla, no le enfocaron los de la tele (puede que ni estuviera en las gradas), pero sí a Iribar, ochentón y echo un mozo aún, emocionado al abrazar a Muniain como el Chopo que siempre ha sido dando sombra a lo mejor del Athletic. Sevilla, España y quizás el mundo querían que la Copa se la llevaran los hombres de Valverde aunque Aguirre cae tan simpático como todo el Athletic, pero no cabe duda que el plantel mallorquinista es inferior en calidad al bilbaíno. Cierto es que la inferioridad no se notó y en la primera parte incluso los isleños fueron superiores. Los medios y defensas bermellones se ayudan y dan bocados con la intensidad que permite el reglamento. Samu Costa y Raíllo incluso saben esquivar las trabas reglamentarias. ¿Y la delantera? La delantera también. Muriqui es todo un tormento para cualquier defensor y Paredes y Vivian bien que lo padecieron. En el Athletic brilló ayer Nico Williams sobre todos. Su asistencia, como se dice hoy a los pases que acaban en gol de compañero, se decía en tiempos de Iríbar y Esnaola, cheque al portador, y Sancet lo cobró con los merecidos honores.
El partido fue emocionante pero no bueno y cuando el Athletic se fue imponiendo por físico y la calidad de Nico Williams sobre todo, el Vasco Aguirre dejó el 5-3-2 para pasar a un 5-4-1 que le mantuviera vivo "en bloque bajo" (es cosa que también se dice mucho ahora), confiar en una hombrada de Muriqui, y si no marcamos pues llegar hasta los penaltis que pongan de los nervios a los rivales. Así pasó, pero su alegría y cachondeo repartiendo turnos de lanzamiento no surtieron los mismos efectos que contra la Real y Morlanes, uno de los cinco elegidos, se topó con Aguirrezabala y ya todo empezó a oler a fiesta rojiblanca. "Si el penalti está bien tirado los porteros no tenemos opción", dijo Oblak y dijo gran verdad. Greif adivinó el de Vesga; se estiró muy bien, pero el penalti se ejecutó como dice Oblak: imparable.
Veinticuatro títulos de Copa tiene el Athletic, once de ellos ganados antes de 1930. Es el segundo del ránking que encabeza el Barcelona con treintayuno. El Madrid, tercero, tiene veinte y el Atlético, cuarto, diez. Pues sí, el Athletic es copero y disfruta y vive las finales como ningún otro equipo. Sevilla ayer se lo agradeció.