@realmadrid
HUGHES
Pura Golosina Deportiva
Pude ver el partido, pero en unas condiciones mejorables, así que no percibí algunos detalles. Mi despiste era tal que tardé varios minutos en darme cuenta de que el Madrid eran los de azul. Yo miraba a los de blanco y no terminaba de situarlos. Los jugadores no terminaban de ser ellos mismos, como si los viera miopemente. Al rato, caí en la cuenta: los de blanco son los del Athletic, pero entonces empezó a parecerme que eran el Sevilla.
Aun así, pude apreciar algunas cosas. Sobre todo, el partido de Rodrygo. Dos goles extraordinarios, y ese fútbol satinado suyo que se hace más claro en la banda izquierda.
El primer gol fue muy suyo. La coge en la banda y se centra clavándola por la escuadra. El segundo me pareció aun mejor. Muy abierto, como un disciplinado extremo, recibió el pase de Bellingham y su gol consistió en dos cosas: un amague yendo hacia dentro con dos toques muy seguidos, muy cortos, diría que muy sutiles, con la pelota cosida a la bota. Es algo que hace mucho cuando se adentra en el área. Sus regates no son largos sino que se fraccionan en toques más cortos que añaden a la jugada una mezcla de velocidad y precisión, como un grado más de las dos. Ahí su fútbol se hace hermano de Brahim más que de Vinicius. Alcanza un nivel más alto de precisión y finura.
El gol tuvo una segunda acción; cuando salió del regate, con espacio para chutar ya dentro del área, no lo hizo al palo largo sino al corto, y ese es el gesto de Mbappé, la jugada de Mbappé, que alguna vez Vinicius ha intentado.
Lo curioso es que, entre uno y otro, con Mbappé de fondo, la figura del extremo zurdo que no es zurdo alcanza otro nivel. Se van superando, citando, emulando unos a otros. Rodrygo y Mbappé (y sé que es pronto para ponerlos en la misma frase) no son, de todos modos, extremos sino puntas que parten del extremo. Vinicius llega de muy atrás, acarrea el juego desde mucho antes, como un río lejano, por eso su fútbol no admite comparación.
Rodrygo ya brilló con Brasil. Es un jugador deprimido por las rachas, que sufre, pero cuando sale de ellas sale de un modo triunfal, quizás mejor, mejorado, crecido o madurado como futbolista. De cada racha sale un mejor Rodrygo. Más que salir, renace de ellas.
Según los datos del recomendable tuitero Don Amancio, lleva unos 50 goles y 40 asistencias en 207 partidos, si no recuerdo mal. Esto es, casi, dar o marcar un gol por partido. Esto lo ha hecho fuera de su posición, fuera de sitio, con las vacilaciones propias de la edad y de un temperamento menos firme. Por encima de su incuestionable rendimiento, Rodrygo deja una sensación de gusto estético. Es un jugador para futbolistas o, como diría Benzema, un jugador para connaisseurs. En pleno debate Vinicius (considerado por algunos como una especie de Lenin de la subversión futbolística), habrá quien defienda a Rodrygo como opción simpática y política para el puesto. Rodygo responde a las tres características kantianas: es bueno, es bello y es agradable. Parece que molesta menos.
En general, y ya digo que mirando todo con poca atención, pareció un mal partido aunque tampoco podía esperarse mucho. Era una trampa entre las selecciones y el City, que ya se acerca amenazante en la gesticulación disparatada de Pep 'Rose Farts' Guardiola.