sábado, 27 de abril de 2024

Hughes. Real Sociedad, 0-Real Madrid, 1. Gulería, gulería...


@realmadrid



HUGHES

Pura Golosina Deportiva

 

La Real Sociedad se jugaba la Europa League, que, cierto es, tampoco es para suicidarse estadio abajo como hacían los de Maracaná, pero sorprendía la poquita fuerza y garra, y en general, dramatismo de los locales ante un Madrid que parecía ganar sin desearlo mucho.


Equipo con suplentes, y Guler entre ellos, gran interés del partido para un viernes noche en el que hay muchas cosas mejores que hacer como ir a un restaurante, el que sea, a ser desvalijado con alguna excusa gastroconceptual.


La Real le daba a Silva un pequeño homenaje y ya la noche quedó noche de bajitos: Guler, Brahim, Kubo, Modric...


Guler se escribe Güler, pero tengo prisa , aunque tengo comprobada la fugacidad de las diéresis. A Ozil fue irse y dejar de ponérselas... Son una cortesía. Volveré al Güler.


El partido era de una amabilidad ya de final de temporada. La Liga está ganada y ya aparece el verano en la pérdida de 'intensidad' de algunos partidos. En el fútbol el verano se nos manifiesta como una tristeza.


Era tan flojo el partido que se hablaba del césped o de la lluvia insistente. De los elementos. Hubo un primer plano a la lluvia, que sigue cayendo desde arriba. ¿Habrá críticos de lluvia? Era como un tapiz elegante, una lluvia densa, fina, consistente. Lo suficiente para que el locutor dijera lo de "jarrea".


El partido era tan amable que este locutor, de inequívoco soniquete exclamativo, sonaba como un clásico de la BBC.


De estos desvaríos nos sacó un gran cambio de juego de Militao, que era titular. Uno de esos pases con los que llegar a Vinicius, muy echados de menos. Militao pareció fino y en forma, con ese paso suyo propio y alegre. La pareja con Yoro puede ser un escándalo estético, lo digo con todas las letras: un deleite estético, y no me refiero a las pintas, condenables. Militao ha vuelto del retiro con un peinado de trenzas con el que parece solemnizar un trauma, un nuevo yo.


Advertimos a Militao y, en nada, el gol, el único gol: pase a la banda de Tchouamèni (otra cortesía ortográfica), y asistencia a primer toque de Carvajal con remate de llegador de Güler. El gol estaba compuesto de tres grandes acciones. Carvajal acomodó su cuerpo de un modo característico para recibir la pelota y, a la vez, alargarla hasta el compañero. La disposición de su cuerpo era perfecta; quizás el lateral derecho deba ser bajito. Al atravesar todas las partes del campo, ha de tener una funcionalidad adaptativa. Pero lo sorprendente fue que Güler, al que hacíamos en la derecha, llegara por la izquierda. Su zurda es de altísima fiabilidad y el gol contenía un caño al portero.


Hizo otro más, en una jugada enrevesada por la banda. El caño se ha generalizado entre los más técnicos. Se "tiran" muchos, tan rápidos y buenos que a veces ni los percibimos.


Güler lo volvió a celebrar como un Elegido. El Elegido. Se quedó quieto, una mano la llevó al corazón y la otra, alargando el índice, la dirigió al cielo. La cara, mientras tanto, muy seria, con esos ojos suyos picassianamente tristes, picassianos de ser él Picasso.


Hay en el Madrid dos facciones claras: los que celebran bailando y los que celebran con algún tipo de solemne gesto de reivindicación egocéntrica.


Hubo una pequeña reacción de la Real cristalizada en el gol anulado a Kubo. Venía de una falta muy clara a Tchouamèni que el árbitro tuvo que descubrir en el VAR. Muy rápido y técnico el gesto de Take Kubo, amplificado por su flequillo, igual que a un violinista el flequillo le subraya el virtuosismo.


Se enfadaron los de la Real con la anulación, pero poco. La presión duró tres minutos.


La Real tuvo algún acercamiento peligroso de Oyarzabal y poco más. Kepa, también titular, hizo una gran parada a inicios de la segunda parte. Dio buena impresión. La verdad es que todo en el Madrid sale bien. No es triunfalismo, oficialismo ni forofismo. No es ningún ismo, es que el equipo está atrapado en un círculo virtuoso que se ha hecho bucle.


Hasta Modric parecía joven. Sus pómulos tienen una tensión cadavérica. Tiene pómulos de Rolling Stone.


Güler demostró ser fuerte en el cuerpo a cuerpo y nos enseñó otro atributo además de la zurda: su culo. Es peleón de culo, fuerte de caderas, y eso lleva a pensar que pueda tener un futuro en el centro del campo, por el que puede transitar sin ser barrido. Su juego deslumbró por los controles. Casi todo lo que hizo, por no decir todo, nacía de un primer control cualitativo y pensado. Sus controles contienen la jugada siguiente y son extremadamente técnicos. De ahí nace con una ventaja (de tiempo-espacio, diría Xavi). Sus controles son sintéticos a priori kantianos. Hubo una acción especial; un balón más en el centro de campo lo ganó con un toque que era, a la vez, un taconazo o espuela, un sombrero y un autopase. El balón venía de Modric, que no es cualquier cosa, y parecía vulgar por comparación.


Güler no regateó en carrera, a la Vinicius, sino por gulerías, con controles. Entre la cordillera de Tchouaménis y la desembocadura de los brasileños y Mbappé, Arda está en un intermedio transfigurador donde el curso de la jugada ha de coger velocidad y eso que llamamos magia.


El MVP se lo dieron a él, pero se lo podían haber dado a Tchouamèni, que estuvo muy bien de mediocentro. Fue casi divertida su frustración cuando interpretaron como falta un tackling perfecto. Era un gesto de gran técnica que no tiene a veces ni la consideración ni, por supuesto, la protección. Tchoua, por abreviar, mandó y sorprendió (o ya menos) con pases finísimos que firmaría un Xabi Alonso, especialmente uno, sorpresivo y muy recto, cerrado, dirigido al área. El jugador está aprovechando los partidos ligueros fuera de casa para confirmar su estatus con exhibiciones. No es casualidad que estén siendo ese tipo de partidos. En ese nivel de incomodidad/dificultad, en una escarpadura que no es la del Bernabéu, está siendo fácilmente el mejor.


Salió Vinicius y los de la Real ni le pitaron, como ajenos al antimadridismo. Esto entristecía, paradójicamente, porque, en cierto modo, confirmaba la singularidad de esa gente. Guipúzcoa vota lo que vota, lo vota masivamente, y ver la falta de inquina con Vinicius parecía la confirmación de una falta de españolidad.


El Madrid tiene una gran relación con ese club y ese estadio, que inauguró. A veces parece el primer campo europeo, como jugar en Champions, como si la grada, al menos mucha parte de ella, estuviera ya ajena a la animosidad españolísima del antimadridismo.


Con los cambios, el equipo se fue llenando de titulares. Cuando el árbitro pitó, el equipo ya estaba en Múnich.