lunes, 31 de julio de 2023

Borrón y cuenta nueva

Kleksografía de Kerner

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Jaume Sisa fue un cantautor catalán que en los 70 se hizo un hueco con una letanía insoportable, “Qualsevol nit pot sortir el sol” (Cualquier noche puede salir el sol), que saludaba en la lengua de Martí y Poll, el poeta de cabecera de Guardiola, a los héroes de su infancia: “Hola Jaimito! Donya Urraca! i en Carpanta i Barba Azul. / I Frankenstein i l’Home Llop, el Compte Dràcula i Tarzán, / la mona chita i Peter Pan. / La senyoreta Marieta de l’ull viu ve amb un soldat, / els Reis d’Orient, Papà Noël, el Pato Donald i en Pasqual / la Pepa Maca i Superman…” Luego Jaume Sisa creció, se aburrió de localismo y se autoexilió en Madrid bajo el nombre de Ricardo Solfa, donde un día Ana Botella se despertó alcaldesa y habló de encargar a Solfa un himno pepero, y Solfa se volvió corriendo a Barcelona.


    Todos los años por estas fechas, vísperas de la temporada de fútbol, el tabarrón de Sisa le devuelve a uno a la cabeza ese desfile de personajes como de dibujos animados, Rubiales, Tebas, Laportas, Cantalejos, que no son ni de la Disney ni de la Warner ni de la Hanna-Barbera…, porque son tan nuestros que son incomparables.


    Arrancamos la temporada con el borrón, al fondo, de los pagos arbitrales del Barcelona, que es como Pedro Sánchez, en campaña electoral, y que vive del partido socialista de Cataluña, se ha referido al asunto. Ese asunto es un borrón, pero es un borrón y cuenta nueva. Como todas las cosas que nos vienen del País de Nunca Jamás de Guardiola. ¡Ah, la kleksografía!


    La kleksografía sería la doctrina Griñán aplicada al fútbol. La inventó un poeta romántico alemán, Justinus Kerner, que también era médico: a partir de imágenes formadas sobre manchas de tinta, Kerner compuso poemas que las identificaban como emisores del inframundo. O sea, que esos audios que se filtran a los medios con voces de inframundo serían las kleksografías del fútbol español. El gran Ramón (Gómez de la Serna, para los nuevos) las cultivó con arte y gusto, aunque no sé yo si oyendo a Cantalejo hubiera llegado a escribir que “los borrones son como crisálidas de lo impensado”.


    –¿Y a usted qué le parece que lo del Barcelona…? –preguntaron al que era presidente del gobierno.


    –Es un borrón, “y la casualidad es siempre la que debe guiarnos al añadir las patujas o los cuernos o las narices al borrón” (el entrecomillado es ramoniano).


    Luego preguntaron al que aspiraba al sillón del presidente del gobierno, que se mostró durísimo:


    –Se han sembrado muchas dudas y el Barça ha sufrido una erosión muy dura, al igual que el colectivo arbitral. Me alegro de que el club no haya sido sancionado.


    Es el Consenso del fútbol español, donde todos somos hermanos, aunque la hacienda esté muy mal repartida. Ante esta injusticia, el gallego que se postula para guiar a España en esta hora incierta (¡no sabemos si viene o no viene Mbappé!) hace su declaración definitiva: “No descarto hacer lo que hizo Macron con Mbappé”.
    Y así como el centurión romano, viendo la manera en que expiró el Señor, dijo: “En verdad este hombre era Hijo de Dios”, nosotros, viendo la manera en que el candidato a presidente piensa ejercer el presidencialismo con la figura del PSG, tenemos que decir: “Este gallego es como el toro que Djokovic vio en Alcaraz”, pues todo el mundo sabe que en Wimbledon el tenista serbio declaró que el tenista murciano “tiene esa mentalidad de toro español”.


    –Hombre, que los españoles somos toros ya lo decía Estrabón –nos corregirá algún duende de la historia por quitarle mérito a Nole.


    Pero Estrabón no dijo eso, pues se limitó a compararnos con una piel, no de toro, sino de buey, controversia que no lleva a ningún lado, ni siquiera a la de Mourinho con lo del perro y el gato (“Si no tienes un perro para ir a cazar y tienes un gato, pues vas con el gato, porque solo no puedes ir”.) Es más, nuestro animal totémico no es el toro, sino el conejo: Hispania, I-shepham-in, costa o isla de los conejos.


    –Nadal merece un homenaje de Estado –ha dicho Feijoo, que tiene del Estado la misma idea que Elola-Olaso, es decir, todo en el Estado, todo para el Estado, nada fuera del Estado.


    ¿Un desfile militar? ¿Una raqueta en forma de Leviatán? ¿Una libreta de cotizaciones para la pensión máxima? ¿Una piel de toro/conejo para la entrada del chalet? ¿Un contrato como el de Almeida con el Atleti? Los muy cafeteros pedirían para Nadal la presidencia del Real Madrid, honor que ahora recae en Pirri, pero para que ese homenaje fuera de naturaleza estatal, como reclama Feijoo, habría que nacionalizar al Real Madrid, algo, por cierto, que Feijoo no descarta, teniendo en cuenta que él no descarta hacer con Mbappé lo mismo que hizo Macron. Porque el Madrid no es el Estado.


    –El club estado español, que es lo mismo que decir el club estado madrileño, porque España, hoy, es Madrid y poco más, cosas del chovinismo castellano –es la fórmula jurisprudencial de la acreditada politología culé.



JOAO CULÉ


    Esbelto como un Pegaso, Joao Félix apuntaba alto cuando vino a España, pero Simeone enseguida lo convirtió en un Pegaso atado a un arado, destinándolo al penoso marcaje de los carrileros contrarios. Luego, para su reeducación, lo enviaron al Chelsea de Lampard, de donde el portugués ha vuelto diciendo que quiere jugar en el Barcelona. Éste fue el drama de muchas familias-bien en los años 70.

 

[Lunes, 24 de Julio]