jueves, 12 de diciembre de 2019

Los de siempre... y el Atalanta

 
Atalanta
 
Papu Gómez, el alma del Atalanta
 
 
Francisco Javier Gómez Izquierdo

        Basta que me dé por apostar o vaticinar algo que me parece más que probable, sobre todo en fútbol, porque no es cosa de meter la lotería en el mismo saco, para que se presente la sorpresa más inesperada y deje en feo esta manía que uno tiene por los vaticinios balompédicos. La presente justificación viene a cuenta del Atalanta, al que descarté de la clasificación tras el 5-1 que le endosó el City, la derrota en Bérgamo ante el Shakhtar y el 4-0 que recibió en Zagreb. Tres primeros partidos, tres derrotas contundentes. La lógica, la historia y el prestigio iban ayer tarde con el Shakhtar del eterno  Pyatov ó con el Dinamo de Zagreb del formidable Olmo que iba a tener delante un City con muchos reservas y poca intensidad.

      Que me perdonen las activistas del siglo, pero los bachilleres antiguos nos aproximamos al feminismo con la legendaria Atalanta, la cazadora que iba con Jasón a por el vellocino de oro y a la que no había valiente que la superara en carrera. Nos emocionaba aquello de que había de casarse con quien la ganara en una y que aquéllos que se atrevían a echársela morían tras la derrota. Los mataba ella. No sé si nos congraciábamos con la educación y cultura machista que al parecer nos alienó al descubrir que un tío enamorado, pero listo, ni me acuerdo del nombre ni lo voy a buscar, aceptó el desafío cargado de manzanas de oro, las de las Hespérides, que dejaba caer cada vez que iba a ser alcanzado por la heroína. “Era presumida y le gustaba el oro como a todas las mujeres”, decíamos creyendo entender la metáfora, como si los hombres prefirieran el cobre. En realidad el que más velocidad atesoraba en la prueba de ayer es Taison, el capitán del Shakhtar, y no Pasalic, un mozo que no hace mucho jugaba en el Elche, cedido por el Chelsea, con esa vitola prestigiosa que da jugar muy joven en Segunda cedido por un grande, o el “Papu” Gómez, argentino que ha ido adquiriendo fortaleza y templanza a base de peripecias sufridas precisamente en Ucrania.

Ayer, con la misma táctica de dar ventaja al competidor de la heroína que da nombre a su rival, el Shakhtar (siempre me ha parecido una delegación brasileña) salió sin Marlos y, ¡válgame el cielo!, sin Konopyanka, a quien tengo por un genio (se ve que por eso está condenado al ostracismo); la defensa como que se trabó contagiada por  un veterano Pyatov que no parece mandar ya nada, con esas posturas agalbanadas que denotan su decadencia, y por la fogosidad sin fundamento de Dodo, uno de los jóvenes brasileños que buscan el formidable escaparate de Donest. Pues sí, el Shakhtar quiso ser otra Atalanta fanfarrona y cayó estrepitosamente ante la verdadera, ya madura y alejada de los pecados de juventud. Es la primera vez que llega a Champions. Lo tiene todo hecho, pero el entrenador Gasperini, un personaje curioso, sólo sabe salir a ganar. Deja boquetes atrás, pero asegura goles y una o dos buenas noches las tiene cualquiera, sobre todo viniendo de una Atalanta fiera, pues como saben fue transformada en león por haber cometido el pecado de casarse.

      El resto de la noche, lo normal. El Atlético y Joao Félix muy bien. Lo previsto por un servidor y por cualquiera... pero sí, señor, el Atalanta nos ha dejado descolocados.