C. D. Broad
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
El español, después de comer, cosa que empezó a hacer en los 60, se vuelve nietzscheano y se pone a hablar como Zaratustra. Son las famosas verdades del barquero que suelta en las sobremesas con público el zaratustra hispánico.
El zaratustra hispánico es un cuñado que ha leído por encima a Nietzsche y siente entonces deseo de abrazarse. Como en Madrid no hay caballos, se abraza al primer esnob que encuentra, y le salva de España. ¡El esnobismo superior!
Santayana ve en Nietzsche un interesante abogado del esnobismo superior, siendo “superior” la consigna del esnob superior. No hay más que ver la superioridad con que el esnob superior te habla de Europa, pues Europa, decía Fueyo, es (como categoría política hegemónica) “la locura de amor de Nietzsche”.
–Yo escribo –anota el Loco– para una especie de hombres que no existe todavía: la de los amos de la Tierra. La época de la pequeña política ha pasado. Lo que nos trae el próximo siglo es la lucha por el dominio de la Tierra, la necesidad de la gran política.
Ahí tenemos el tema de conversación para nuestros zaratustrianos cuñados en la sobremesa de esta noche. Es la noche en que las madres, para quienes los cuñados son yernos, prohíben hablar de política en la mesa. Así que los mayores atienden, sin hacer comentarios, al Mensaje de la Corona, y los pequeños hacen ouija.
–Si uno se guiara por el ambiente de las sesiones de espiritismo, la vida en el más allá sería como “una agradable tarde de domingo” en una iglesia inconformista animada con ocasionales cenas rápidas.
Es una observación de Charlie Dunbar Broad, filósofo de Cambridge (cuando Cambridge no la pisaban los Pablemos), para muchos mejor filósofo que Wittgenstein, y ateo que calculaba en un cincuenta por ciento las probabilidades de la inmortalidad: opinaba que este mundo es horrible y que había bastantes posibilidades de que el próximo, si existía, fuera todavía peor.
Pero a los nuevos zaratustras el catolicismo se les hace triste.