Abc Cultural
Earl Silas Tupper era químico, como Rubalcaba, y en 1944 inventó el “tupperware” para que la izquierda española pudiera acometer en 2012 su lucha final.
–Una madre lanza un “tupper” a Esperanza Aguirre en la apertura del curso escolar –titula la prensa sensacionalista.
En una palabra, la “tupperwar”.
De eso se trata.
–¡Basta ya de esa España de Bernarda Alba!
El zapato a Bush y el “tupper” a Aguirre, alfa y omega de esta cultura de la liberación que nos va a liberar de Bernarda Alba, imagen sacada a colación por el poeta del Partido Socialista, Madina (la gala de Madina, la flor de Alfredo), para animar a una compañera de Los Yébenes, Toledo, víctima de un enredo de novela de Joaquín Belda o de Vargas Vila, que era un señor a quien leían, nos dice Alberto Guillén, los seminaristas, los viejos verdes y hasta las niñas a escondidas de su mamá.
De la mamá del “tupper” llama la atención su acento argentino, como el del periodista que saltó a la fama por su construcción de un relato sobre la idea de Mourinho lanzando un bote de Red Bull contra la pared del vestuario del Real Madrid para intimidar a sus futbolistas.
Los jungianos tienen la palabra.
Y del lanzamiento como proyección hacia el otro a la extracción-sustracción como proyección hacia el yo: una cadena textil de H & M homenajea a Gordillo en una camiseta con la leyenda “Food to the people. No World Hunger. Juan Manuel Sanchez Gordillo”.
Religión y delincuencia: el Barroco pasado por Nápoles. Revolución y delincuencia: el Progreso pasado por Suecia.
Por eso Barceló, que tiene, el hombre, la inquietud intelectual de la industria de los desfavorecidos, y antes de que Rafael de Paula le diga eso tan definitivo de “usted no sabe pintar”, se ha ido al Himalaya en busca de las fuentes de la pintura, que en su caso es el gotelé.
A uno este tiquitaca cultural lo aburre aún más que el otro.
–El Barcelona es como mi abuela, me duerme –ha dicho Kevin Prince Boateng.