Rosco, repartiendo ayuda humanitaria durante la lidia y bajo la lluvia en el 7
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Aznar deja caer que vuelve y la prensa se va a los toros.
¡Qué desastre! ¡Como en el 98!
Del 98 ha quedado la estampa de una España frívola yéndose a los toros con el Desastre, pero en realidad fue a la salida de los toros cuando los españoles se enteraron, y al día siguiente la plaza estuvo vacía.
Como hoy, si hablamos de aficionados, no de gente.
Antes, en Madrid, estaba el 7, que protestaba, pero aquella fuerza que dedicaban a la bronca dedícanla ahora a la merienda, que Rabelais al lado de El Rosco sería un cursi a lo García Montero.
Además, los toros ya nos los han quitado los franceses: ellos se llevan nuestros miuras, escolares y cuadris y nos mandan a sus juanbautistas y castellas a que hagan el tiovivo con los “jeanpierres” de Domecq.
Para Francia lo bizarro, y para España, lo “mignon”.
Lo “mignon” aburre que te mata, y la única manera de soportarlo es pelar pipas y merendar. Y el día que falte merienda o no estén saladas las pipas vendrá “el estallido social” que tiene dicho Jabois.
¿Qué será antes, Aznar o el estallido social?
En Aznar la vuelta a la política es la vuelta a la Naturaleza, y dos formas tiene de hacerlo: en el sentido de la égloga, que es el de Rousseau, o en el sentido de la geórgica, que es el de Arias Cañete.
Pascal, a quien tanto cita Gala sin nombrarlo, imaginaba que Cristo le decía: “No me buscarías, si no me hubieras encontrado ya.”
Algo de ese ensueño hay en lo de Aznar con España, donde se demorará el estallido social mientras haya pipas que mondar y galufo que merendar. Y en las elecciones ya se verá, aunque todo será como en aquel cuadro hispanoamericano de Pemán: un liberal que saca pocos votos; un radical que es comunista, pero que dice que no lo es, y que al perder se va a la calle a defender al pueblo; y un dictador que gana, “porque los dictadores son siempre los más favorecidos por el sufragio universal”.
Con el ruedo como está, no veo cuadrilla a la medida de Aznar.
