Hughes
Abc
Lo mejor contra Mou lo he escuchado en un bar: “Parece que busca la paga de loco”. O sea, que se hace pasar por Napoleón para que le despidan o es un loco quijotesco.
Erasmo veía en el loco el origen del heroísmo e hizo encomio de la estulticia, que es la locura del común, locura pipera, que Santo Tomás colocó en su catálogo de tontos: asyneti, credulus, fatuus, imbecillis, inanis, inexpertus, insensatus, insipiens, nescius, rusticus, stolidus, stultus, stupidus, vacuus, tardus…
Tantos como para hacer un equipo. Mi preferido es el tardus. Y un lirismo es colocar el tardo en cualquier cosa. Esto actual, por ejemplo, es tardomadridismo.
Si en los toros hay aficionado de toro, de torero y de plaza, en el Madrid hay un madridismo infantil del futbolista y un madridismo del entrenador, que suele ser elemento extranjerizante. Hasta lo fue Benito Floro, con sus idiomas y sus psicologías, pues el entrenador siempre lleva un proyecto de regeneración y se le llama míster o técnico.
Pero Mourinho ha sido aun mayor azote de lo que Unamuno llamaría el capullo casticista. Somos hijos del Madrid, dicen (¡hijos incapacitadores de Di Stéfano!), con cierta dureza filial de quien reclama herencia.
Mourinho ha sido también un neopichi, nuevo chuleta en Madrid. Gecé vio la chulería como heroísmo hispánico venido a menos (heroísmo, pues, en el loco y el chuleta). Y el Madrid venía siendo precisamente eso: heroísmo español degenerado. Una chulería de sportmen.
Para Valdano, el madridista era el español cuando decidía ser el mejor del mundo y para del Pozo, un hombre colérico tras la gloria.
Mourinho, con sus cosas, ha acabado despertando una chulería distinta, triste y grupal y el dicterio fundamental para empezar a ser alguien: facha. Pero fascismo es chulería sin gracia.
Como en Proclamación de primavera, han visto a un señor extranjero y se han ido a por él:
-Usted se va a pegar conmigo.
Y allá que están. A Mou muerto, gran lanzada. Y ni siquiera le van a dejar conservar el último amigo, el que le mandaba a Capello los jamones. Que no cabe mejor corresponsal.