miércoles, 23 de octubre de 2024

Hughes. Real Madrid, 5-Borussia, 2. Vinicius no es de oro, es de época


@realmadrid


Hughes

Pura Golosina Deportiva

 

Tiene mérito escribir hoy porque es una noche perfecta para que el aficionado se meta en Twitter a leer opiniones, estadísticas, memes y a ver repetido los goles de Vinicius una y otra vez...


Yo he encontrado una narración incroyable de un locutor francés, la mejor en mucho tiempo, C'est Vinicius, Señor! C'est Vinicius, Señor! Se le rompe la voz de una manera perfecta, emotiva y no gañanística. Creo que el francés es la lengua en la que mejor se puede celebrar al Madrid. Pero el Madrid está condenado a comentaristas ibéricos con sus gritos destemplados y sus euforias de garrafón.


Sí, ando escocido con el entorno. Supongo que no seré el único...


Si hubiéramos tenido la posibilidad de comprar acciones de Vinicius, algunos hoy serían millonarios. Yo, modestamente, tendría varias casas en el Caribe y haría fiestas como las de Puff Daddy pero con MILFs de edad inequívoca que luego se quedarían a recoger...


Pero no había acciones de Vinicius que ahora es, por fin, balón de oro in pectore y estrella mundial indiscutible. Su hat trick habrá sido para muchos lo que para mí, siendo un chaval, fueron los tres de Van Basten al Goteborg. Lo veíamos con la boca abierta y ahora eso es el Madrid pero multiplicado, en otra dimensión.


Ver un partido del Madrid es lo mejor que se puede hacer en España ahora mismo. En Europa ahora mismo. No verlo, meterse. En algún momento de la segunda parte no sabes qué hora es, no sabes bien quién eres, te has olvidado de los problemas.


El Madrid es el mejor teatro que se hace en España. Son catarsis  de aúpa.



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El Madrid hace magia con nosotros. Nosotros, unos tristes, en un país que da penita verlo, lleno de gente que vota lo que vota... y el Madrid de ahí saca una cosa inaudita. Toda la vulgaridad queda transmutada en maravilla.


Y el Madrid empieza por dar ejemplo transformándose él mismo. Convierte su materia prima, la cursilería florentinista, en un metal precioso. Su soberbia (yo sé más que el fútbol) se acaba imponiendo. ¿No hablará Florentino del fútbol, del dios del fútbol, como hablaba de Özil? ¿No será para Florentino el Fútbol un tolai, un deporte tolai?


Pero ya me estoy liando... ¡vayamos al partido!


Ancelotti dejó los experimentos para la gaseosa del Celta y volvía al 4-3-3 en las manos de yayo de Modric. La cosa funcionaba regular y los primeros ataques tenían que llegar por balones largos de Militao. El Madrid no sólo volvía a lo mismo, también al clasicismo de las bandas abiertas. En sí mismo, eso no podía ser malo. Un delantero, unos extremos... por ahí a algún sitio se llega.



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Tras un fugaz intento de presión arriba, el Madrid se iba quedando a esperar en su área; su mediocampo nada presionante y una tendencia a colocarse donde siempre y esperar al contragolpe. El Madrid volvía a arrellanarse en el sofá de Ancelotti, con el culo bien pegado.


La pelota era del Borussia y el Madrid flotaba en su campo. No no tenía la agresividad suficiente para llamarlo repliegue.


Era curioso. Ni podía mandar en el juego ni intentaba una presión para el contragolpe. Ni Pep ni Mou: Carletto.


En el 29, tras algunos merodeos, blando el Madrid y metido en su área como el vago en el bar, llegó el 0-1, gol de Malen.


Había un juego tenso, calculado, medroso que el Madrid era además informe. La nueva Champions "liguifica" no sólo la competición sino el fútbol. La Superliga puede ser un nuevo Calcio.


Eran minutos muy malos del Madrid y a Mbappé le tiraban balones dignos de Joselu. Modric era el último Raúl (la misma melena sudorosa sobre la frente) y por ahí faltaba Michael Owen. Eso, el año que viene: Owen, Vinicius y Mbappé. ¿Por qué no, Florentino?


Cuando la consternación provocaba pensamientos así, llegó el 0-2 de Gittens, que se comió a Lucas como a un niño de Brunete. Una pérdida de Lucas ya había sido el origen del primer gol. Siempre hay que localizar a un culpable, pero en este caso estaba demasiado claro que lo era.


¡Pero qué lateral es éste! (Debo escribir lo que hubiera escrito en ese momento). Sentí hacia él la ira del joven hacia el búmer, sin ser yo joven. Un rechazo ad hominem y ad aetatem... ¡que saquen la máquina de jubilar!


Esa podía ser el Borussia. ¿Y si no fuera un partido de Champions sino una de esas noches decapitadoras del Rayo?


Con el 0-2 debe quedar muy clara una cosa: la reacción fue de Vinicius. Primero con un pase hacia Belligham, y luego enardeciendo a la grada como diez Juanitos.


En esa ola llegó la ocasión doble con palos de Rodrygo y de Bellingham, con bote en la cal incluido. La acción de Rodrygo, con salto y control, fue de primera categoría. Luego habrá que hablar de él...


Con nada, el Borussia se plantaba en el área del Madrid y Courtois tenía que pararle una clara a Brandt, quien por cierto exhibía una fichabilidad muy tentadora... Lo mirábamos todos como Bernabéu a un Stielike o a un Netzer; ¿quién es ese alemán? y qué bien nos vendría...


O sea, con nada, con tres pases, el Borussia se plantaba ante el bosquecillo de los defensas introducido por el claro de Modric, pues el bosque del Madrid empieza por ofrecerse.


Valverde estaba makelelizado. Pero Valverde, repitamos, era ¡el cuarto centrocampista! ¡Fue el hombre que convirtió el CMK en 4-4-2! Lo que hizo antes Isco pero a lo bestia. Y ahora está de Makelele...


El Sísifo madridista: los entrenadores o la casualidad fenomenológica de los fenómenos van forjando cuatro centrocampistas que ganan Copas de Europa y llega Florentino y los devuelve a tres o a dos.


Los elogios televisivos a Modric tenían algo de envenenado... El Madrid era como esos vídeos en los que un individuo zarandea a una vieja para robarle el bolso. Esa sensación daba... pero ¿quién era la vieja! ¿Quién de todos era la vieja?




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El formato no sólo "liguificaba" la Copa de Europa, estaba sacando a relucir al Madrid de la Liga, esa cosa  en pantuflas que ni sí ni no. Incluso el público tenía encima ese muermo característico...


En el descanso, nadie los esperaba, no hubo cambios. Se había llegado a un punto en el que Ancelotti no podía mover ya más. Sus ideas habían terminado. Así que, eso que había solo podía echarse al monte.


Y un poco eso hicieron al salir con una presión alta que a este Madrid con colmillazos le viene mejor que a nadie. Se culpará a Sahin, el entrenador de ellos, de haber puesto defensa de cinco, pero quizás fue una respuesta ante el empuje del Madrid, que se redimió hombre por hombre. Empezando por Lucas Calamity Vázquez que ya empezó a asomar en el área rival. Aparece por allí como un lobo en el bosque gallego, con algo de presagio asustadizo.


En el 60, cuando Ancelotti ya barajaba los cambios como alguien que no convencido de lo que tiene, llegó el 1-2, asistencia de Mbappé para Rudiger. Que conste: en el tumulto de metro de Tokyo del área alemana, el que abrió el espacio y puso la sutileza primera, la que cambia las cosas, fue Mbappé. Rudiger remató a su estilo de hombre bala y empezó a gesticular vudú. Si Vini es Juanito, él es Goyo Benito,  y esto es el futuro.


Con el gol, Carletto se guardó los cambios, señal de lo poco que le apetecían. Eran cambios sin convicción intelectual, cambios un poco supersticiosos, como si fuera llevando corderillos al altar del Partido.


Al instante empató Vinicius, pase interior de Modric que otros no darían (al César, César Augusta), otra vez Mbappé implicado y gol de Vinicius. Se anuló y luego se dio y al celebrarse, Ancelotti miraba los marcadores (¿no alteran con esa luz el sueño de RuidoBernabeu, no tendrá que dormir con antifaz?) y los miraba como si no estuviera muy seguro.


Y ahí empezó una media hora de fútbol para la historia de las relaciones hispanoalemanas porque Vinicius empezó a bailar alemanes como cuando en el Oeste disparaban al suelo, cerca de los zapatos. Era cogerla y todos a saltar, como si pisaran petardos.


Can, Sule... vagonetas paquidérmicas teutónicas, porteadoras de cervezas de la oktoberfest,  angelasmerkeles, palabras de veinticinco letras, coches de combustión, motores pesadísimos...


El Bernabéu había aprovechado el desconcierto del 2-2 para meterse el tirito y ya estaba revolucionado.


Quedaba media hora, el gol iba a llegar, pero ¿cómo? ¿cuándo? (Haz RT si prefieres una noche con Ester Expósito, Fav si prefieres esta sensación).


El Bernabéu entraba en ignición ¡quemaban las lamas!


Vini estaba en trance, su cólera ya era disfrute, el perseguidor de Cortázar, y a su lado Mbappé tenía cosas de Benzema; su progresiva conexión toma la forma de un recuerdo.


En esos minutos dulces brilló Rodrygo con su claroscuro de genialidad y de trabajo, mediapuntizado; detrás de los dos delanteros estaba él junto con Belligham... ¡era el 4-2-2-2! ¡Eso era el 4-2-2-2 ideal al que el Madrid tiende! Ancelotti lo estaba encontrando. Eso es el Madrid este año. Eso debe ser este Madrid.  Esa disposición con los altibajos (más arriba o más abajo) que determine el partido y el físico.


En la vorágine, el Madrid topa con el conocimiento. El Madrid se encuentra así.


Se fue Modric y entró Camavinga, el unicambio, el monocambio, y Vinicius seguía humillando alemanes. ¿Dirá algo la AfD? Vini está pidiendo ya una estadística: el número de futbolistas a los que ha metido un caño. ¡El jugador-tuneladora de ACS, colmo absoluto del florentinismo!


Anulado el Borussia, asustado por el Espítitu del Madrid en La Casa Encantada del Bernabéu, aun se estiró y el narrador dijo "al límite Militao", que parece que crujiera porque en verdad está siempre a punto de romperse de tanto como se estira y porque no solo es el último hombre sino el único. Es realmente el limite del Madrid, el Madrid vive en el límite-Militao, el límite-limitao.


Aunque detrás de él está Courtois, cancerbero del Hades, hombre grandísimo, con ese nombre de dragón, de leyenda, de gigante en una cueva. Salvó la única que tuvo el Borussia y llegó el 3-2, un golazo estrepitoso de Lucas que lo celebró con el gesto de la vena, la transfusión, el pon la aguja aquí, que también puede ser un me pinchan y no sangro. Pudo marcar porque Rodrygo, que es jugador para jubilarse en el Madrid, se dejó las fibras salvando la pelota.


Remontada al borde del minuto 90. Para cualquier equipo eso sería el partido de la década, pero el Madrid alarga ese final con un sentido del espectáculo que antes buscábamos en la NBA, los Oscar o los Juegos Olímpicos. Cuando la fiesta acaba para muchos, empieza para el Madrid, que produce, no sabemos cómo, unas apoteosis en las que no te puedes levantar porque corona la película en los créditos.


Vinicius marcó el cuarto con una jugada personal que partió del lateral izquierdo. La misma que intentó en su partido primero contra el Liverpool en Valdebebas aunque esta vez le salió. El portento ya estaba, bastaba la ortodoncia para corregirle la sonrisa


Vinicius metió un caño a un alemán mientras este le empujaba. Siendo derribado, otro caño.


Sus galopadas son ya tan suyas que hay un momento televisivo que es puro Vinicius cuando cambia la cámara de la realización: le sigue la de la banda y al empezar la diagonal cambian para que le tome una cámara más alta. Ese cambio ha de ser rapidísimo, y divide los dos Vinicius ya felizmente integrados: se acerca al área, esa diagonal le da tanta libertad, casi la sentimos nosotros... busca el ángulo y la coloca con un tiro seco no exento de mala leche, la que le querían corregir convirtiéndolo en angelito de Machín. ¡Anda y que les den! ¡País de mentecatos!


Los descuentos del Madrid ni en el Black Friday ése y aún llegaría el 5-2, tras un caño de Güler de tipo mágico que habrá que diseccionar frame a frame; la habitual de Vinicius cuando pilla al pobre defensa (con esa cara de cuando uno de los malos que atacaba en grupo se queda solo ante Bruce Lee) y le amaga a un lado, se va por el otro y vuelve por aquél a dar el estocazo,


Vinicius es como un torero que dominase todos los pases, enciclopedia de las formas del regate que amplía porque está innovando él.


Cada noche crea una forma nueva, pero este país invivible, atroz, desesperante las ha ignorado y se ha fijado en un gesto al árbitro.


Vinicius es el mejor del mundo. Pero eso ya lo sabíamos hace años. Vinicius ahora está entrando en otro territorio, el del Tiempo y la Historia. En un olimpo super super exclusivo premium VIP donde sólo se entra con muchos oros, muchos metales, y donde sólo han entrado 20 0 25 (es el lado bueno, no epsteiniano, de las islas privadas).


Podríamos seguir y seguir dando la lata, pero hay que irse a por el móvil a verlo todo otra vez, como un chiquillo. A intentar medir con números y con palabras la grandeza inmerecida del Madrid. Que no es que el Madrid no lo merezca; es que no lo merecemos nosotros.



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