martes, 15 de octubre de 2024

Cerrar el pico



Ignacio Ruiz Quintano

Abc


España pasó de la opinión única de la dictadura a la opinión unánime del consenso impuesto por la chusma de la Santa Transición, y si sentimos que cada día nos falta más el aire (“donde perduran los gobiernos corrompidos ya hay un pueblo corrompido”) es porque nadie se siente libre sin tener la seguridad de que lo será mañana.


El hombre no es libre por naturaleza: lo es por civilización. La libertad no es un instinto; es una pasión, producto de la cultura… y la civilización –nos recuerda Rubio Esteban en sus “Recuerdos de Trevijano”, ya en la calle.


Rubio arranca tirando de Eurípides (“éste es el sino del esclavo, no poder decir lo que piensa”), de quien Milton tomó, para su “Discurso al Parlamento” contra la censura, una idea de “Las Suplicantes”. “Ésta es la verdadera libertad, cuando los hombres que han nacido libres pueden hablar libremente”.


La libertad política fue un descubrimiento de los rebeldes colonos angloamericanos, los únicos que la han disfrutado. Nosotros no la conocimos y, a estas alturas, tampoco la esperamos. Aquí, “a la modernidad fascista sucedió, sin ‘ruptura’ moral, la posmodernidad cultural del consenso”, o repartija, cuyos hampones tienen decidido cerrarnos el pico, que una cosa es la libertad, y otra, el libertinaje, cantinela que ya tenía que oír el Quevedo que no había de callar, por más que con el dedo, ya tocando la boca, ya la frente, le representasen o silencio o miedo.


Si la libertad política cayera en América, como parece ser el propósito del partido demócrata (hoy el comunismo/wokismo no viene de Moscú, sino de Washington), en esta “banlieue” del Imperio ya podemos comernos los mocos.


El papel de los medios en una democracia es mantener una postura feroz de escepticismo hacia el gobierno. Pero, en la última década, los medios se han convertido en portavoces de las políticas gubernamentales –denuncia Robert F. Kennedy Jr.


Kennedy no se ha vuelto loco. Viene de oír a Hillary Clinton, bruja de Macbeth disfrazada de bruja Adelina: “Si se permite la libertad de expresión, perdemos el control total”. A John Kerry, la mula Francis del partido: “La Primera Enmienda representa un gran obstáculo para nosotros en este momento”. Y al candidato Tim Walz: “No debe haber garantía de libertad de expresión en materia de desinformación o discurso de odio”.


Se llama Constitución de los Estados Unidos, Tim –responde RFK–. Eso es exactamente lo que impide que el gobierno reprima el disenso etiquetando algo como “discurso de odio” o “desinformación”. Sí, lo entiendo, algunas formas de expresión son repugnantes, como las expresiones de intolerancia racial. El problema es que la categoría de discurso de odio se expande para incluir todo lo que los censores “odian”. En cuanto a la desinformación, ¿quién decide qué es verdadero y qué es falso? ¿El gobierno? En los países autoritarios, sí, el gobierno. Por eso la libertad de expresión es el corazón mismo de la democracia.


[Martes, 8 de Octubre]