lunes, 4 de noviembre de 2019

Con el VAR, la confusión

El señor Prieto Iglesias con un servidor

 
Francisco Javier Gómez Izquierdo

     En la parte de los Montes de Toledo  que toca Toledo y C. Real –si no lo recuerdan les refresco que además de las dos provincias castellano-manchegas, Cáceres en su extremo suroriental, y Badajoz en el noreste, también pasaban sus animales, frutas y hortalizas por la puerta de Bisagra sin pagar fielato gracias a un privilegio real que permitía mercadear productos traídos a la capital desde tan agreste geografía -el paisanaje local tira más a merengón que a colchonero, aunque entre los toledanos creo que están los atléticos de mejor casta. El caso es que como al día de difuntos le dio por llover con conocimiento, echamos la tarde en el bar desde el café y copa con el Barça hasta los botellines con el Madrid. ¡Vamos, como si estuviera en casa y no en el monte! Y como un servidor, la mayoría de los deudos que tienen enterrados a los suyos en este tranquilo rincón de “las Españas”.
        
El hincha culé de la zona empieza a ser especie endémica y los pocos que se dejan ver asoman como avergonzados y atornillados a la silla colocada en el más discreto rincón del establecimiento desde la que piden otra cerveza huyendo de la mínima polémica y contestando con un levantamiento de ceja, una sonrisa amarga o un encogimiento de hombros. “En el penalty ha habido un fuera de juego de Griezzman” decía el madridista que creía haberse percatado del lance, pero al apostar Colás, el de la camiseta de Koke, 50 leuros, Paco ya no estaba tan seguro. Para acabar la discusión el tabernero sentenció que si así fuera el VAR lo hubiera anulado.

     Pasó el Barça con más pena que gloria y llegó el Atleti con una segunda parte movidita y muy a propósito para los bares de antes, cuando la polémica tenía nombre de árbitro, y según la influencia federativa, responsables intelectuales. Entonces era mucho más divertido y apasionante y no te venían los trencillas retiradas con ínfulas sabihondas desde una  tecnología que modestamente creo que no entienden. Penalty  a Koke conforme a la regla y cartabón del VAR  y gol anulado a Morata  por el quisquilloso elemento que no quiso saber nada de una de esas preguntas difíciles que de ciento en viento saltan como liebres en las áreas para que los árbitros demuestren su conocimiento del reglamento. El lebrato salió al final y entiendo que lo más lógico es pitar lo que se ve en el instante y si la jugada tiene dos o tres soluciones posibles, optar por la más probable. “Es gol o retención” solté antes de la repetición. Cabía también el penalty como gritaban los atléticos, pero parece ser que no nos acabamos de enterar conforme a las clases magistrales del juez Iturralde de las competencias del VAR. El  VAR no está para ese tipo de jugadas decía el Von Braun al otro día en el As, por lo que Gil Manzano actuó correctamente pitando falta del delantero al defensor Koundé. El defensor Koundé tenía retenido el balón, acción que se sanciona con libre indirecto, por lo que la colocación de la barrera hubiera sido un ejercicio de extraordinaria complejidad reglamentaria... pero como el VAR no está para eso...  A lo visto tenemos que aprender las funciones del VAR para saber de fútbol conforme a la última gran novedad aportada por los Iturraldes  cum laude que tanto proliferan las últimas temporadas.

  A la nueve y con el ambiente ya templado fue llegando más gente a ver al Madrid y aquello fue peor que una tertulia de la tele cuando cerca del final Feddal al caer dio con la mano un balón que la mayoría tabernaria  hizo penalty. Como ya no se sabe qué manos tienen la máxima pena y cuáles no, la maldad del árbitro se pasa al “tío del VAR” como si el “tío del VAR” no fuera un árbitro aún en ejercicio que tiene la capacidad de decidir con la chuleta de las repeticiones. Estoy convencido que el árbitro titular y “el tío del VAR” tienen sus conversaciones antes de los partidos y sus trucos para “chivar” la posible y a veces subjetiva intencionalidad del infractor, pero también creo que no siempre es así pues tanto sorprende y confunde la negativa del titular de revisar la jugada por televisión como la decisión de hacerlo porque el colega tecnológico se supone que no lo tiene claro. 

El aficionado no entiende que Sánchez Martínez no se acercara al monitor en el Bernabéu y sí lo hiciera Prieto Iglesias anoche en Los Cármenes para certificar su opinión de no-penalty por mano de Carlos Neva cuando los comentaristas de la tele y un servidor daban por hecho que el bueno de Prieto señalaría el “punto fatídico”. Inexplicable. ¿O no? Quizás el árbitro navarro entienda que la clave está en la primitiva voluntariedad del Reglamento y sólo un juez debe interpretar dicha voluntariedad con sus ventajas y sus defectos. A él lo de Carlos Neva no le pareció penalty. A mí, sí, pero entiendo la discrepancia. Más tranquilo quedo con el individuo que con la máquina, porque entre la máquina y los sabihondos de la moda de “todas las manos sancionables y tarjeta” y la nueva ola del “depende la intención”, uno ya no está seguro de las evidencias que ve. ¡¡Qué desperdicio de artefacto!!