miércoles, 27 de noviembre de 2019

Justicia en el fútbol

 San Juan Bautista

Santa María Magdalena


Francisco Javier Gómez Izquierdo
   
      Es sabido que en fútbol no siempre el resultado final de un partido puede considerarse justo y para ello no es necesaria la intervención de un árbitro que no vea tres penaltys o se saque del silbato tres “fuerajuegos” fantasmales. Basta con que el equipo dominador y merecedor del triunfo sea incapaz de convertir esos tres penaltys a favor, ahora sí señalados, estrelle cinco o seis balones en los postes y el portero propio se deje colar entre las piernas una ridícula cesión de su central. “Que injusto es el fútbol”, decimos cuando nos toca -antier mismo el Córdoba contra el Mérida que marcó su gol sin querer-, pero quizás no nos paramos a pensar que ahí radica la grandeza de este juego. En la posibilidad de doblegar al superior con inteligencia, paciencia y encomendándose a la fortuna.
     
El R. Madrid hizo méritos para ganar al PSG en un partido bonito que a falta ya de interés clasificatorio presentaba el aliciente de ver correr a Mbappé. Este mozo lleva el nº 7 por lo que sospecho que tarde o temprano acabará en el Bernabéu  ¿Ha de considerarse injusto el 2-2 final? Evidentemente, no. Creo que incluso tendríamos que alegrarnos de que los encuentros transcurran con tantos episodios destacables y tenga finales tan espectaculares para que el aficionado de siempre tenga de qué hablar: “Zidane no debió quitar a Valverde que además de ser mejor que Pogba mantiene al equipo equilibrado” “Marcelo espectacular arriba, pero ¿acaso no es defensa?” “Isco siempre ha tenido clase y si hubiera sido inteligente de más joven no habría Hazard que lo tosiera” “Al PSG le sobra Neymar”... y así en ese plan echando aceite a la tostada del día siguiente.
    
El caso es que me dispuse a ver el partido con el auricular en la oreja por cambiar de canal cuando hubiera novedades en Turín con el Atleti, pero fue a Londres donde me fuí a ver al Tottenham de Mourinho al que Semedo, el portugués de las rastas que detuvieran en Villareal, colaba un 0-2 de apariencia catastrófica. Volví al Bernabéu con un poco más de desazón por la decepcionante vuelta de Mourinho que se acrecentó con el gol de Dybalá que puso en evidencia a Oblak, al que uno considera el mejor portero del mundo. Confieso que ya tenía el ánimo por los suelos ante los nuevos aires sentenciadores a los que al parecer tendremos que ir acostumbrándonos conforme a la sorprendente decisión tomada en Zaragoza de condenar a cinco años de prisión a un sujeto que mató a un hombre que llevaba la bandera de España en los tirantes. El individuo tenía antecedentes, y no es circunstancia baladí, por dejar tetrapléjico a un agente de la autoridad en anterior ocasión. ¡¡Cinco años por asesinar!! De verdad que uno no sabe si el tribunal sentenciador ha valorado los méritos ideológicos o los, en teoría, deméritos penales. No sé... la Justicia debe reconocerse en los tribunales y no en el fútbol, pero les juro que duele mucho saber de cómo cuatro joveznos fueron condenados a 5 años cada uno por romper un diente a un natural de Marruecos, no está claro si de dos o tres puñetazos, que los  recriminó por llevar una bandera de España en sus gorras. “Me estáis faltando al respeto” les dijo la víctima, y los mostrencos veinteños, abusando del número, le partieron un diente, ya digo que no se sabe si de dos o tres puñetazos que costó a cada uno 3.000 euros, religiosamente abonados que no valieron para acortar la condena.. y cinco años de prisión a cada uno de los cuatro por tener el delito el agravante de odio. A uno le acaban de dar el Tercer Grado -dormir en la cárcel y trabajar en libertad- después de cuatro y medio a pulso. ¿Creen que no es lógico que compare ambos delitos y ambas condenas y me sienta frustrado? ¿Qué se entiende por alarma social? ¿Qué injusticias sacan a los españoles a la calle? ¿Qué está pasando?

      La justicia futbolística, a la larga,  casi siempre es reconocible y admitida como sensata, pues las recompensas casi siempre suceden a los méritos de cada club, y así en Champions, a falta del último partido, ocurre lo que habíamos previsto y pasan a octavos PSG y R. Madrid en su grupo, el Bayern de Lewandosky, ¡¡qué goleador!! y Tottenham, tras una remontada en movimiento ajedrecístico mouriñista al que habría que reprochar no poner a Erikssen de titular; en el B, Juventus y esperemos que Atleti, ganando a un Lokomotiv que sacará a los reservas en Madrid y sólo en el D se verán partidos a cara de perro para decidir el acompañante del City a cuartos, pues hasta el Atalanta ha recogido instancias para reclamar los derechos. Irremediable agorero, apuesto por el Shakhtar.
    
Puffff. Tengo que subir unos días a Burgos para espantar los malos pensamientos en el bosque de mi Cartuja y sacudirme estas cavilaciones sobre justicias y sentencias que se me cuelan por las gateras más sensibles. Me malicio que allí, en Burgos, me llegará la sentencia de muerte del Córdoba CF y por ello quiero acogerme al abrigo de mis santos protectores, San Juan Bautista y María Magdalena, patronos que son de los espíritus solitarios.