miércoles, 20 de noviembre de 2019

Leninismo





Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    El atizador del franquismo en España no ha sido Vox, sino la Exhumación (¡con Testamento!), ese espectáculo ferial de luz y sonido para inaugurar la Ruptura comunista del Frente Popular del 36 (nada que ver con la Ruptura democrática de la Junta del 74) y con el visto bueno de los españoles bien, que llevan ochenta años esperando el regreso prometido de la Serpiente Emplumada, razón por la cual esos españoles bien se entregan a los cuatro pelanas de Pablemos, el de la coleta de Quetzalcóatl, con el fatalismo que los mexicas bien se entregaron a los cuatro gatos de Cortés.
    
Dicho por Rangel, en la cosmovisión leninista Cortés y sus españoles son ocupantes (“okupas” malos) contra quienes la “nación mexicana” (pre-colombina) reacciona exitosamente trescientos años más tarde, expulsándolos y recuperando un hilo histórico “autóctono” sólo transitoriamente interrumpido, con lo cual el “leitmotiv” romántico de la guerra de independencia contra España sería dondequiera “la restauración de la libertad perdida en 1492”. Y la misma cosmovisión vale para explicar aquel Frente Popular (“las malas compañías de la República”, dice el extremeño Rodríguez Ibarra) interrumpido por la guardia mora de Franco, cuya huesa, como ocurre con la de Cortés, sirve a Sánchez (a Obrador en México) para jugar al mono de Kubrick que inaugura “El Amanecer del Hombre” lanzando su hueso de tapir como Teo García Egea lanza su hueso de aceituna.
    
La fijación de Lenin con España refuerza el narcisismo romántico de estos aventureros del Poder. Nuestra Sofía Casanova, que casó con un polaco, escribió en ABC lo que en el 18 oyó decir al caudillo soviético en Petersburgo: “Afirmados en Rusia, nos apoderaremos de España”.

    –Yo afirmo, y la Historia me dará la razón, que el segundo país de Europa que establecerá la dictadura del proletariado será, desde luego, España –repetirá el Profeta ante el II Congreso de la Komintern de 1920.

    Si sabría el pollo de qué pie cojeaba la gente bien en España.