Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Al amanecer, los barrenderos (los Caballeros de la Basura de Alfonso Reyes: por la basura se deshace el mundo y se vuelve a hacer; la inmensa Penélope teje y desteje su velo de átomos, polvo de la Creación) recogen los cascos de cientos de botellas rotas en la verbena del Santo Patrón. Tras de ellos, adolescentes beodos alargan la juerga rompiendo más cristales.
–¿Y qué vas a hacer? ¡Hay que tragar! –resume un barrendero, y resume el espíritu de tolerancia de esta hora volteriana, cuando hasta los ideólogos peperos recomiendan la “tolerancia” de Voltaire, martillo de católicos y judíos.
En España, el “hay que tragar” empieza en el jefe del gobierno en Madrid y termina en el barrendero de la verbena en el pueblo. “Hay que tragar” porque la domesticación socialdemócrata no admite líos: para ello, el gobernante no toma decisiones y el gobernado no hace preguntas. Todo el sistema educativo se basa en el “hay que tragar”: los nuevos educadores vienen avisados, y ya en el sistema recurren al escaqueo de la baja psicológica, mientras los viejos educadores, en vez de educar, rellenan papeles para la inacabable estadística ministerial.
–¿Cómo puede ser, Younes? –se pregunta la educadora de Younes, el asesino de la furgoneta en Las Ramblas.
Con Younes vuelve a los medios el buen salvaje de Rousseau, que es un salvaje como el de Camba, es decir, con narices y manos, mas como generalmente atiende a las unas con las otras no necesita guantes ni pañuelo. En los rótulos de una TV gubernamental llaman “enfermos” a los heridos de Barcelona, al mismo tiempo que en sus tuits “informan” de que uno de los “lobos solitarios” intentó “convencer a la célula para atentar de noche y causar menos muertos”. Más la exclusiva del diario gubernamental con el papá de Younes: “La culpa es de la Policía”. Y de remate, la media verónica de los leones de “El Jueves” (nada que ver con la dignidad moral de “Charlie Hebdo”) y su “castellet” de buen rollito. Que hay que tragar.