martes, 1 de julio de 2014

Ortega


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Vuelve Ortega.

    El domingo lo sacaban a pasear, por una discusión generacional, Juaristi, que lo tiene leído y estudiado, y por publicitar una biografía, Vargas Llosa, que no lo ha leído.

    En la España de hoy este revival de Ortega (el “modisto de la filosofía”, le decía Vasconcelos) sienta bien porque políticamente representa la frivolidad. Culta, pero frivolidad, después de todo, y a ver si diciendo esto se anima a citar a Ortega la derecha de Floriano.
    
Vaya por delante que, popularmente, a Ortega se le conoce por Lista, nombre que cada noche le doy al taxista para que me lleve a casa, pues si le dijera “¡a Ortega y Gasset!” lo obligaría a tirar de GPS.

    –¿Y dice usted que es filósofo?
    
Más o menos.
    
Pues por filósofo no me viene nada. ¿No vendrá a nombre de un particular?
    
En la oficina de Correos de la calle de los Mártires Concepcionistas (casi esquina con la de Ortega y Gasset), al dictarle el remite para un envío una funcionaria me dijo: “¿Ortega con hache o sin hache?” “Va a ser sin hache”, respondí. Y ella: “¿Alguna pega más?”

    Cerca de Correos, en una frutería cuyos precios quitan el hipo, un cartel pregona sobre los melones: “El corazón tiene razones que la razón no entiende. José Ortega y Gasset.” Y a mí siempre me ha parecido una gran interpretación del orteguismo, visto como eso que hacen Gala y Racionero, que es “intertextualizar”.
    
Ortega iba a Alemania y todo lo que le hacía gracia se lo echaba al hombro, sin decir a quién se lo había levantado. Así se trajo a España la “coquetería” de Simmel o la “circunstancia” de Stirner, dos ideas, por cierto, que explicarían los fenómenos mediáticos de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.
    
Hasta el fin de sus días fue laico y ateo –dice Vargas de Ortega para ponderar su fidelidad a unos “ideales”.

    Y me acuerdo de la entrevista que el indio Guillén, paisano de Vargas, hace a Ortega en “La linterna de Diógenes”:

    –Que dice el señorito que vuelva usted mañana, que está en la cama –me dijo la criada.