martes, 29 de abril de 2014

El consumo




Hughes
 
La Semana Santa nos ha devuelto imágenes de caravanas. Valencia hasta batió un récord de temperatura y volvieron a verse por sus calles turistas españoles. “¿De Santander? ¿Me dice usted que es de Santander?”. Ver a la santanderinas fue una ilusión mayor que ver a las suecas. Porque en las playas de Valencia se vio claro que la economía española también es hacer el viaje del Cid hacia el Levante, esa excursión en la que busca exclamar lo que exclama el valenciano: “Sent lo color”.

Porque a Valencia no se va a sudar sino al esclarecimiento y a la suavización. A sudar se va al sur y por eso un tertuliano meridional resolvió sus diferencias con otro mandándolo a recoger garbanzos, que es la salida garbancera y más de izquierdas:

-¡Suda, suda a cuarenta grados!

Espejismo de consumo estos días. El consumo es la variable macro más española. El consumo, que Keynes vinculó a la renta disponible, que es la que queda tras vérselas con el gobierno, es la libertad, es la cartera, el bolsillo del español, el dispendio popular, es la variable macro con una cosa claramente micro que entendemos todos y hasta tiene nombre de señor si se repite mucho. “En Europa se piensan que el consumo lo aguanta todo”, dice un experto. Y dicho así, se parece al españolito, a la clase media, a ese dinero de bolsillo que nos va quedando.

La socialdemocracia europea, sin embargo, lo lastra con un IVA creciente y retuerce y retuerce su vitalidad. Es una variable sin prestigio keynesiano. No es como la inversión pública, que defienden los de izquierdas, ni es la demanda exterior, que tiene todo el prestigio naval de la competitividad. El consumo… ¿es de derechas o es de izquierdas?

Todo lo aguanta el consumo, que parece que tiene bigote y entraña un misterio de no saber si gastamos porque tenemos o tenemos porque gastamos.