José Ramón Márquez
Lo primero, antes de empezar, hay que hacer un reconocimiento público, que cuando alguien lleva razón hay que dársela y dar publicidad a esa razón. Hablando de la Plaza de Madrid, única Plaza de Temporada que queda en España, señala Federico Arnás en el número 1032 de la revista 6Toros6, página 42, lo empobrecedora que es “la redacción de un pliego de condiciones que entiende la promoción de nuevos valores basada en los novilleros y no en los matadores aparcados por las circunstancias”; pliego que convierte a la de Las Ventas en “plaza de oportunidad”, diríamos nosotros, para que tantos muchachos sin oficio y, en muchos casos, sin merecimientos, vengan a ella a estrellar sus ilusiones y las de sus acaudalados ponedores, mientras hay un enorme elenco de matadores de alternativa que languidecen sin poder entrar en la pedrea de San Isidro y sin tener opciones a anunciarse en Las Ventas en corridas de toros, que llaman bastante más la atención del aficionado que las novilladas. En el Escalafón Taurino que publica el portal Mundotoro, entre Nicolás López “El Nico”, cinco corridas en 2013 y Pascual Javier, una corrida en 2013, hay un centenar de matadores de toros ansiosos de torear entre los que hay nombres muy aprovechables.
La prueba de lo anterior es que hoy la Plaza, animados los espectadores por el anuncio de una corrida de toros, registró una entrada muy superior a la de cualquier novillada de las que se han dado o de las que se darán en el resto de la temporada, aunque hagan tarifa plana.
Otra cosa es que la susodicha corrida anunciada fuera de... El Puerto de San Lorenzo. Arroz para Catalina y Lisarnasios para Barquerito, y otra más de los Fraile al canto, cansina repetición de los Fraile que repiten más que el ajo y todo por no echar en Madrid a los gracilianos de Carolina Fraile, que es tan Fraile como los otros, pero de otra manera.
Los lisarrnasios hoy torcieron más bien en el encaste de más tontos que Pichote, llevándose la palma de la estulticia bovina un coloradito, sobrero de La Ventana del Puerto, misma cosa, Resistento, número 28, y un negrito que atendía por Ventisquito, número 128. Podemos decir que salvo el segundo, Cardilisto, número 147, viejo, contrahecho, mansurrón y aquerenciado, que puso sus complicaciones pero que no se comía a nadie, el encierro portuense se dedicó a regalar sus embestidas a los toreros y sus genuflexiones al público sin dar una voz más alta que otra. Si el primero, Cubanoso, número 79, llega a caer en manos de un torero generoso, como César Rincón, le dan por anticipado el toro de la Feria, porque se venía de lejos con buen son y era de esos toros por los que el público suele tomar partido, pero como su matador se dedicó a ahogarle la embestida y a estar atosigándole, no hubo que preocuparse de que el animal le robase ni una palma al coleta.
Y los coletas... ¡ay los coletas! ¡Cómo triunfa la julianera entre los coletas! Jiménez Fortes venía el hombre con la ilusión de lo de Valencia con los fuenteymbros y hoy en Madrid se pega una rayada de vulgaridad, de destoreo, de adocenamiento. Su primero fue el Cubanoso al que ahogó vilmente y el bicho cuando le dejaba respirar un poco se le venía como diciendo ¿por qué me haces esto, hombre?, que le tenía igualado para entrar a matar y el animal al ver moverse la muleta se arrancaba tan contento. Bueno, eso es también la señal inequívoca de que el toreo de Fortes no va orientado al dominio, a mermar las fuerzas del oponente, sino más bien al acompañamiento tratando de no molestar.
A David Galván le cupo el honor de dar el único pase estimable que se dio hoy en Las Ventas. Fue en el inicio de la faena a su primero, el mansurrón Cardilisto. Le enganchó por delante, rodilla flexionada, y le condujo con mando y firmeza, muy sometido, hasta el remate del muletazo. Espléndido derechazo, alfa y omega taurino de la tarde de hoy, fugaz visión del toreo para recordar brevísimamente lo que fue el toreo. Luego el toro ya se encaminó a su querencia natural, la que había cantado desde el inicio, sin que la muleta de Galván le sujetase y allí, frente al tendido 2, se verificó la cruz de la ínfima cara que se había demostrado. Allí fue donde Galván se hinchó a trapacear y a intentar diversos nuevos inicios hasta que le tocaron los tres avisos.
López Simón es natural de Barajas, que ahora se llama Adolfo Suárez, y a él le cupo la suerte de despachar los dos toros más bobos del encierro. El sexto, el Ventisquito, repetía y repetía como el conejito de Duracell -por el derecho-, y la gente bramaba con esos ¡bieeeeeennn! que ahora dicen y todo porque el bicho correteaba como un perrillo en pos de la muleta que flameaba sin mandar y sin templar. Luego por la izquierda, el bicho se lo pensaba algo más y entonces cesaron súbitamente los ¡bieeeennnn!, y los entusiasmos populares se enfriaron igual de sin ton ni son que habían nacido. A ese toro le fue a hacer un quite Jiménez Fortes y no se sabe cómo, pero se amontonó y se llevó una cornada de ésas sin venir a cuento que sirven para recordar que el riesgo siempre está ahí.
De entre el peonaje resaltemos la labor de Álvaro Núñez en la brega del segundo, enseñando a su matador el sistema para hacerse con el toro, mientras el susodicho Galván estaba en el otro extremo de la Plaza con las manos cruzadas por detrás pensando en sus cosas, sin duda importantes.
Los que más trabajaron hoy, indiscutiblemente, fueron los de los clarines, que se hincharon a tocar avisos y más avisos, pero me parece que eso ya a nadie le importa. Sobre la forma de matar de estos tres corramos un piadoso velo negro y oscurante.