Rafael en San Cayetano
Pidiendo Venia para entrar en Carrera Oficial
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Rafael mira nervioso la muñeca donde lleva atado un reloj que no sabemos si anda. Se agacha un tanto escorado buscando no sabemos qué en el fondo de la calle y se yergue sistólico y como enojado. Como si algo no fuera como es debido. Busca en el bolsillo y saca un telefonillo de juguete. Un extraño trasto de los que se compra en los chinos para que el niño deje de berrear. Estira del telefonillo una pequeña antena y reclama enérgico a media voz. Los nervios no le permiten quietud y va de atrás hacia adelante por la calle Cardenal González o de San Fernando o de Conde y Luque y conforme aparece el Crucificado extiende la mano, manda parar, un poco a la izquierda, quieta la derecha.... y de repente se pone firme y ordena “adelante”.
A Rafael le lleva viendo un servidor muchos años con una chaqueta azul más heredada que propia, con camisa blanca recién lavada y con corbata de mucho respeto. De los bolsillos de la chaqueta le asoman un güalqui de juguete y un teléfono de mentira y alrededor del cuello dos o tres pares de auriculares que le comunican con los de la venia en la carrera oficial y que le permiten repartir órdenes a todos los capataces del día.
Cuando Rafael se pone tieso y maniobra con brazos y manos a trescientos metros de las imágenes, el gentío se ríe sin motivos ni razones... porque Rafael prepara todo el año la Semana Santa. Con mucho sentimiento. Como el mejor capataz o el más fanático costalero.
Con Rafael habló un servidor el pasado septiembre cuando unos sayones vestidos de municipales multaron por hacer ruido a la banda de música trinitaria. Estaba tan acongojado y me pareció tan dignísima su inocencia que tengo el convencimiento de que no hay capataz más entusiasta ni quien le gane en vocación. Este año lo he visto en San Cayetano, orillado a la derecha de la cuesta, inquieto más que nunca porque hasta el jueves no tenía disponible el uniforme azul.
-Lo he tenido que llevar a limpiar, porque estaba sucio de guardarlo mal. Por eso no quiero que me vean mucho.
Lleva una chaqueta de verano que dice no pega para ejecutar sus misiones y que se la ha regalado el hermano mayor de no he entendido dónde.
-Hazme una foto y cuando la saques me la das ¿vale?
-A mandar.