sábado, 12 de abril de 2014

"Customizar"




Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    La gente que no acaba de ver el futuro (y no lo digo por lo del Bayern), acude al Museo Arqueológico a confirmar el pasado, donde titilan, azules (fachas, vamos), los iberos, a lo lejos, que diría, titilante, García Montero.

    Esto no explica las colas casi suaristas del Museo de la calle de Serrano, que tienen su origen en la gratuidad del espectáculo.

    –¿Y esta cola? –me pregunta hacia Jorge Juan un pretendiente de la dama de Elche.

    –Es la que va al Arqueológico.
  
Hombre, pues me pongo.
 
 Ya lo dice Guillermo Solana, director (gran director, por cierto) del Museo Thyssen-Bornemisza: “Tenemos que customizar las visitas a los museos”.
  
“Customizar” es lenguaje de la Academia que pronto dirigirá Cebrián, y quiere decir… ¿adaptar?
  
Hay que construir itinerarios para muchos públicos: un recorrido sobre el vino, otro sobre los aspectos homo-eróticos
  
El 98, gente de orden, clasificó a los museos en machos y hembras. Para Azorín, el Louvre, gracioso y delicado, era hembra, pero el Prado, denso y austero, era macho.

    Ahora, Solana, para no perder el tren de la instantaneidad en este vértigo (simultaneísmo) madrileño, nos propone customizar un recorrido homo-erótico por sus colecciones.

    Y me acuerdo de una nota de José-Miguel Ullán sobre las señales del destape polaco en las calles de Varsovia, que visitaba con el pintor mexicano Juan Soriano: “Octavillas con reclamos eróticos en los parabrisas de una larga  hilera de coches aparcados; en todos, menos en uno: el que lleva una pegatina de conductor minusválido”.

    –Qui bé estiga que no es moga.
  
El que esté bien que no se mueva. Con ese refrán valenciano, dice Azorín, justificaba su permanencia en Italia el “españolito” Ribera, dueño de la luz y de su contrario: la adumbración, que tan valioso como lo esclarecido es lo adumbrado.
  
Hay que ir al nuevo Arqueológico para, en este punto de nuestra cultura, saber lo que esclarece la dama de Elche y lo que adumbra la bicha de Balazote.