Félida lengua einsteniana al olimpismo
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Todo el mundo decía que a la Generación Más Preparada de la Historia (GMPH) sólo le quedaban en España tres salidas (por tierra, por mar y por aire), pero Blanco, el del judo que preside la cosa olímpica, ha dicho que Madrid necesita los Juegos para ofrecérselos a la juventud, que es una cosa que en los 40, para tranquilizar a los falangistas (gobernantes, autoridades, jerarquías, médicos, higienistas, educadores, maestros), ya decía el general Moscardó.
No está solo Blanco, un hombre que, como tantos otros hombres modestos, se dio a conocer arrancándole un pelo a Mourinho, el personaje “que ha acabado con todos los valores del madridismo”, que debían de ser, según eso, perder, perder y perder, como el Ayuntamiento con las candidaturas olímpicas, que ya vamos por la tercera.
A Blanco lo acompaña un periodismo futurista que, como mandara Marinetti, se impregna de espíritu olímpico destruyendo la sintaxis: verbos en infinitivo, sin adjetivos ni adverbios ni puntuación, y mucha imagen, comenzando por el logo.
–La mano que dibujó el logo Madrid 2020. Pepe, ¿dónde estabas? –tuiteó un heterodoxo tras la presentación.
Por encima de la crisis, España tiene un problema, que es desbravar a su GMPH, toda ella sin un trabajo en que dar rienda suelta a la energía. Con esa intención, la democracia intenta subir a los jóvenes en una bicicleta, que era el sueño fascista de Giménez Caballero:
–¡Muchachas ciclistas, simpáticas, visión suculenta y pagana, visión excitante y nutritiva como ninguna!
De aquí deduce Garzón que lo suyo con el franquismo es otro Nuremberg (y él de Spencer Tracy).
¡Ay, si a Camps, en vez de por los trajes, le hubiera dado por los chandals!
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Abc
Todo el mundo decía que a la Generación Más Preparada de la Historia (GMPH) sólo le quedaban en España tres salidas (por tierra, por mar y por aire), pero Blanco, el del judo que preside la cosa olímpica, ha dicho que Madrid necesita los Juegos para ofrecérselos a la juventud, que es una cosa que en los 40, para tranquilizar a los falangistas (gobernantes, autoridades, jerarquías, médicos, higienistas, educadores, maestros), ya decía el general Moscardó.
No está solo Blanco, un hombre que, como tantos otros hombres modestos, se dio a conocer arrancándole un pelo a Mourinho, el personaje “que ha acabado con todos los valores del madridismo”, que debían de ser, según eso, perder, perder y perder, como el Ayuntamiento con las candidaturas olímpicas, que ya vamos por la tercera.
A Blanco lo acompaña un periodismo futurista que, como mandara Marinetti, se impregna de espíritu olímpico destruyendo la sintaxis: verbos en infinitivo, sin adjetivos ni adverbios ni puntuación, y mucha imagen, comenzando por el logo.
–La mano que dibujó el logo Madrid 2020. Pepe, ¿dónde estabas? –tuiteó un heterodoxo tras la presentación.
Por encima de la crisis, España tiene un problema, que es desbravar a su GMPH, toda ella sin un trabajo en que dar rienda suelta a la energía. Con esa intención, la democracia intenta subir a los jóvenes en una bicicleta, que era el sueño fascista de Giménez Caballero:
–¡Muchachas ciclistas, simpáticas, visión suculenta y pagana, visión excitante y nutritiva como ninguna!
De aquí deduce Garzón que lo suyo con el franquismo es otro Nuremberg (y él de Spencer Tracy).
¡Ay, si a Camps, en vez de por los trajes, le hubiera dado por los chandals!
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