Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Lo llaman austeridad, pero es cuarentañismo, con sus tarjetas de fumador y sus cartillas de racionamiento.
Wert, el de la Educación, nos quita la Formación del Espíritu Nacional del señor Marina, aunque lo que don Guindos, el de la Economía, nos tiene que quitar es el hambre, esa broma cuarentañista que, jugando al fantasma, nos ha gastado Zapatero.
“Cerrado por austeridad”, han puesto en la puerta del bar de abajo, y uno camina por la acera con la cosa de encontrar aquel escaparate que, según Cañabate, tenía expuesta una tortilla con el cartel de “Vendida”.
La austeridad política fue un invento de la primera república romana que la última república española echó a perder desde el primer día, pues renunció al tipo de vida puritanizante: traje negro sin manchas y comida de lechería.
Desde luego, no veo yo en este gobierno a un ministro como Prieto (Heliogábalo de las percebadas, los cochinillos asados y las cazuelas de bacalao), cuyas guasas eran siempre gastronómicas.
–Acuérdate del tabernero de “Bienmecomes” en Elorrio –le escribe a su amigo Urréjola–, que le llamaban “Ko-ko-ro-ko” por el cartel (“Pongo buebos de repente”) que tenía en la puerta.
Con la herencia cuarentañista de Zapatero, nos gustaría ver a Prieto poniendo “buebos”.
Pero el encargado de ponerlos hoy es don Guindos, que deshoja la margarita. ¿Austeridad catalana, que es tacañería holandesa, o austeridad castellana, que es sencillez carmelitana?
Si fuera cierto que las necesidades son las que hacen al escritor, España no tardará en liderar… la Literatura.
Seguir leyendo: Click
Abc
Lo llaman austeridad, pero es cuarentañismo, con sus tarjetas de fumador y sus cartillas de racionamiento.
Wert, el de la Educación, nos quita la Formación del Espíritu Nacional del señor Marina, aunque lo que don Guindos, el de la Economía, nos tiene que quitar es el hambre, esa broma cuarentañista que, jugando al fantasma, nos ha gastado Zapatero.
“Cerrado por austeridad”, han puesto en la puerta del bar de abajo, y uno camina por la acera con la cosa de encontrar aquel escaparate que, según Cañabate, tenía expuesta una tortilla con el cartel de “Vendida”.
La austeridad política fue un invento de la primera república romana que la última república española echó a perder desde el primer día, pues renunció al tipo de vida puritanizante: traje negro sin manchas y comida de lechería.
Desde luego, no veo yo en este gobierno a un ministro como Prieto (Heliogábalo de las percebadas, los cochinillos asados y las cazuelas de bacalao), cuyas guasas eran siempre gastronómicas.
–Acuérdate del tabernero de “Bienmecomes” en Elorrio –le escribe a su amigo Urréjola–, que le llamaban “Ko-ko-ro-ko” por el cartel (“Pongo buebos de repente”) que tenía en la puerta.
Con la herencia cuarentañista de Zapatero, nos gustaría ver a Prieto poniendo “buebos”.
Pero el encargado de ponerlos hoy es don Guindos, que deshoja la margarita. ¿Austeridad catalana, que es tacañería holandesa, o austeridad castellana, que es sencillez carmelitana?
Si fuera cierto que las necesidades son las que hacen al escritor, España no tardará en liderar… la Literatura.
Seguir leyendo: Click