lunes, 13 de febrero de 2012

Canonizando a Garzón

Carl Schmitt

José García Domínguez

Libertad Digital

Esta derecha nuestra, tan lúcida ella, anda a punto de convertir a otro arribista del tres al cuatro en la reencarnación de Bertand Russell pasado por Nelson Mandela y con unas gotitas de Rosa Luxemburgo. Pero a quien en verdad se parece Garzón –y mucho– es al Pijoaparte de Ultimas tardes con Teresa. Aquel trepa armado de audacia arrabalera que deslumbraba a las niñas de la buena sociedad con su equívoco posado irredento. Así, donde no había más que un randa tratando de medrar, las teresas y teresitas veían al gran héroe proletario, el Capitán Trueno de sus sueños más húmedos. E igual que su alter ego, también Garzón ha sabido mercadear durante años con la fantasía de las almas cándidas. Tanto con las del país como con las de importación, siempre ahítas de la España de charanga fascista y pandereta revolucionaria que le han leído a Hemingway.

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