miércoles, 11 de enero de 2012

Agorasei

Maurice Merleau-Ponty

Ignacio Ruiz Quintano

Abc

O habla Rajoy, o España revienta.

España es un pueblo de charlatanes, sacamuelas, tertulianos… Un pueblo cotilla: “agorasei”, que diría Arrabal, que ama, por cervantina, la palabra “tertulia”.

A los esnobs del teatro, la España dieciochesca los enviaba al “desván de la inteligencia”, un palco donde se citaba a Tertuliano, por lo cual un actor morcillero llamó tertulianos a los esnobs, y a su palco, tertulia.

A mí me gusta esta manera de trabajar (en silencio, como Mourinho, que tiene a pan duro a la prensa) de Rajoy, pero comprendo que a España, que sabe que Soraya es Karanka, la mata.

¿La consigna masónica del silencio?

¡Esos silencios hondos / llenos de tantas voces! –dice Juan Ramón para evocar el silencio del campo andaluz.

Una vez en Andalucía (ese imperio cuyo peso también va a caer sobre la púrpura mariana), nos encomendamos al Séneca, que distingue dos clases de silencio: el de la noche (romántico, vulgar, negativo, de inhibición y ausencia) y el de la siesta (positivo, producido a fuerza de luz y a fuerza de vida).

El de la noche no es verdadero silencio. De noche las cosas están muertas. Sólo en pleno día andaluz, a las tres de la tarde, es cuando las cosas están verdaderamente calladas.

Guerra no es el Séneca, y cuando Guerra, en su lengua de trapo, habla de la tumbona de Rajoy, está hablando de este silencio de la siesta.

Parece que Rajoy hablará el lunes junto con Sarkozy (lo del comisario Grijelmo es una psicofonía), uno de cuyos filósofos predilectos, Maurice Merleau-Ponty, dijo:

El lenguaje realiza, rompiendo el silencio, lo que el silencio ha pretendido y no ha logrado.

(...)

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