martes, 14 de noviembre de 2023

La Alemania nazi no existe, mi amor



Orlando Luis Pardo Lazo

Hypermedia


Cada Halloween en Cuba es la misma historia. Los cubanos ofenden al Estado totalitario.


Pobrecito el Estado.


Y qué malos, pero qué malos son los cubanos.


Debe ser culpa de la guerra sucia y el embargo financiero de Washington contra La Habana. Debe ser culpa del cruel capitalismo global que impone modelos de neocolonización para desestabilizar al Estado revolucionario, que ni siquiera ha cumplido todavía sus primeros 65 años de poder vitalicio.


Uno podría pensar que los cubanos se disfrazan de los líderes momificados de la Revolución Cubana. Para derrocarla a golpe de pelucas y maquillaje. O que se visten para profanar a sus miles de mártires, apóstoles y demás santurrones de la liturgia comunista.


Pero no.


Los cubanos se visten al estilo del Ku Klux Klan, por ejemplo, como ocurrió en el Halloween pasado en Holguín, en franca referencia a los siglos de racismo genocida en los Estados Unidos de América.


Y este fin de semana, en el cine-teatro Maxim Rock de la capital cubana, otro ejemplo, los cubanos caricaturizaron a un oficial nazi de la Segunda Guerra Mundial, para que quedara claro que los militares malos no son los de la hoz y el martillo local, sino sus enemigos retóricos de la esvástica y el bracito en alto.


Heil, Hitler. Fuck Hitler.


Pero no. Para los represores cubanos no es suficiente con que la gente trate al KKK y al Führer como si de brujas ninfómanas y hombres-lobos se tratara. En el estalinismo del siglo XXI, a nuestra ciudadanía cautiva ya no se le permite ni representar a los espantajos del fascismo internacional.


La claustrofobia ha hecho metástasis mental. Y ahora es peligroso hasta posar de fantoche en esa Cuba inercial en la que, en este mismo noviembre, podría morirse Raúl Castro.


Múltiples cubanos reales van ahora a perder sus trabajos, sus carreras profesionales, y su libertad. Todo por el disfraz de un déspota extranjero y un partido político europeo que en 1945 perdió la guerra contra el comunismo y fue borrado de la faz del planeta.


La Alemania nazi no existe, mi amor. La Cuba comunista, sí.


Una nación entera continúa con su soberanía secuestrada por una casta de matones sin escrúpulos. El Partido Comunista de Cuba también sigue ahí, intacto, en plena luz. Ningún jerarca será juzgado por la comunidad internacional. Tampoco ninguno pedirá perdón en público por el cubanicidio que cometieron hasta garantizar que la Revolución Cubana fuera irreversible. Es decir, irreparable.


Millones de individuos concretos han sido mutilados mortalmente en Cuba y fuera de Cuba, incluso cuando se sometieron ciegamente a Fidel y Raúl. La mayoría, pagaron un precio altísimo precisamente por su fidelidad sin fisuras al poder uniformado de verde oliva.


Nadie escapa a la ratonera terminal del castrismo. Ganaron, repinga, sí. Pero la Revolución no tiene quien la quiera. Ni siquiera cuenta con quien se disfrace de ella en una de esas imitaciones insulares de Halloween.