miércoles, 15 de noviembre de 2023

El tercer salto


Roland Barthes

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc

 
    La ley es una secreción natural y abundante del alma española.
    

Las normas están para cumplirse y no hay nadie por encima de las normas –dijo el otro día Sánchez delante de Olaf, el Shylock alemán, que venía a cobrarse su libra de carne.
    

Y lo dijo con tanta frescura que parecía Norma Duval, pero no la estrellona del Folies Bergère, sino la becaria del 78 en “Ya tenemos risocracia” con Esteso, que aquí y ahora sería Bolaños, arquitecto del “Estado Compuesto”, nuestro próximo salto.
    

El primer salto fue el de Alvarado en Méjico cuando la Noche Triste. El segundo salto fue el de Suárez en el 76 para pasar de la dictadura a la democracia (?) sin salirse de la ley (el “de la ley a la ley” de la leyenda), porque “el que se sale de la ley pierde la razón y no tengo que darle ninguna”, decía Azaña, otro españolazo amigo de la ley que tampoco cumplió ninguna. Y el tercer salto es el de Sánchez y su “Estado Compuesto”, que devolverá España a como la encontraron los romanos de Escipión, que fueron quienes nos contagiaron eso que don Claudio Sánchez-Albornoz llamaba “vivaz espíritu jurídico” del español.
    

Vivaz… ¡e inclusivo! Nuestras leyes son más y mejores, y además son inclusivas. Tenemos un Estado de Derecho que quita el hipo y que produce leyes como el pulgón azúcar. Leyes para vacunar a Djokovic. Leyes para sacar de su tumba al muerto que en vida no separara los poderes de Montesquieu. Leyes para la dama, para el caballero y para el indeterminado. Este fetichismo sanchista por la ley sólo pudo ser cosa de Iván Redondo.


    Nuestras leyes, desde luego, son cada vez más embrolladas, pero, como le dijo Roland Barthes a José-Miguel Ullán, todo texto es un tejido de sentidos enmarañados, alusión, a su vez, a la hipótesis freudiana de que la mujer aprendió a tejer al cruzar los pelos del pubis para hacer con ellos un pene fetiche. Seguro que Redondo llegó a la idea del “Estado Compuesto” cruzando los pelos de su peluquín para hacer con ellos un estadillo fetiche, pene del nuevo Consenso.


Enero, 2022