viernes, 4 de noviembre de 2022

Trampas 22

 


Joseph Heller

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    La llamada ley de memoria democrática, que nos conmina a recordar algo que España nunca ha conocido, y que supone la autoilegalización de toda la casta extractiva que nos parasita, es una trampa 22 a la altura de la del “Estado de Derecho”, vista por los piperos del 78.


    La trampa 22 fue popularizada por Joseph Heller en su novela “Trampa 22”, sobre un escuadrón de pilotos americanos destinados en Italia en la segunda guerra mundial. Para abandonar el servicio, se requería estar loco, pero cualquiera que quisiera abandonar el servicio no estaría realmente loco.


    –Orr estaba loco y podían retirarlo del servicio; sólo debía solicitarlo. Y en cuanto lo hiciera, ya no estaría loco y tendría que cumplir más misiones. Orr estaba loco si cumplía más misiones y cuerdo si no las cumplía, pero si estaba cuerdo tenía que realizarlas. Si las realizaba estaba loco y no tendría que hacerlo; pero si no quería estaba cuerdo y tenía que hacerlo.


    Orr, que “tenía dientes de caballo y ojos saltones que le iban bien a sus grandes carrillos”, es el Pueblo Soberano en el Estado de Derecho. Para Leibholz, ponente del Estado de Partidos que padecemos, la identificación kelseniana del Derecho con el Estado deforma por completo la misión de la ley, y más si los geómetras del fenómeno jurídico son los Bolaños de cucaña nueva, rocín gordo y galgo de piso.


    En una democracia, argumenta Leibholz, el Pueblo Soberano está supeditado al Derecho y, por tanto, limitado en su libertad de decisión, si no desposeído, de lo que se deduce que sólo el Derecho es soberano, por lo que la soberanía (cuyo concepto implica poder ilimitado) del pueblo no existe. Pero sí (aquí caemos en la trampa 22), “ya que la soberanía en su esencia no es un concepto jurídico, sino político”, con lo que el baranda de turno, nunca el pueblo, tiene la última palabra, es decir, el poder de decisión total, último y máximo, como por ejemplo obligarnos a creer en algo que los españoles no vemos ni vimos jamás: la democracia representativa, que nació y casi murió en los Estados Unidos, pero que el Psoe decreta que se inventó en España tal día como hoy del 82.



    Hecha la trampa (22, por supuesto), hecha la ley, pero la autoilegalización del sistema a la que asistimos (este continuo “de la ley a la ley” en el parchís de Kelsen) no es un harakiri, inconcebible en un político. Eso se dijo de la abolición por la nobleza liberalia (Noailles, Aiguillon) de sus derechos feudales en la Revolución francesa, y luego el historiador Lefebvre demostró que fue una audaz operación financiera para convertir en capital circulante el patrimonio feudal inmovilizado. Tampoco fue un harakiri lo de las Cortes franquistas con el triunfo de la doctrina Labadíe según la cual el pluralismo había que hacerlo dentro del Movimiento, necesitado de “representación política a la luz”, dos cosas, luz y representación política, que seguimos esperando mientras pedaleamos como hamsters en la trampa 22.


 [Viernes, 28 de Octubre]