Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Obama (¡el Ike de Mariano!) viene a España, y hay que verlo como un regalo que la socialdemocracia se hace a sí misma. Del “Macarena” con Clinton al merengue pepero con Obama.
Si Obama, con su rollo malo de seguir jugando a la Guerra Fría, ha obrado el milagro de convertir a Putin en Pedro el Grande, ¿no iba a obrar el de dar a Rajoy otra mayoría?
Claro que el Septimio Severo de Honolulu (Severo, emperador africano que, según Gibbon, inauguró la ruina de Roma) va a llegar cuando España esté ya contando los votos. Desembarcará en Rota como Carlos V en Tazones, con puros de los hermanos Castro para el Kichi, que no tiene leído a Pemán, y no sabe, el hombre, que en Rota estuvieron las almadrabas del duque de Medinaceli, adonde iban los pelantrinos de todas partes “por atún y a ver al duque”.
Dicen que
Obama viene a España para correr los sanfermines (suponiendo que el 7
de julio aquello siga siendo España), aunque lo que en realidad hacen
los Obama, con una vulgaridad impropia del espíritu constitucional de su
país, es campaña contra Trump para devolver a los Clinton a la Casa Blanca, donde Hillary tenía a Bill durmiendo en el sofá con el maletín nuclear, en castigo por los cuernos levinskyanos, que eso es llevar muy lejos a Montesquieu,
pues mientras los europeos aún no hemos conocido la separación de
poderes, los americanos van ya por la de camas, y a punto, si ganara
Hillary, de adentrarse en lo que Quevedo llamaría, viendo la portada famosa de “Time”, una República coronada.
Los Obama no tienen la finura política de los Adams (“Hamilton es tan ambicioso como Julio César”, es lo más que dijo Abigail,
esposa del segundo presidente americano, de un adversario político),
pero tienen la prensa, y su batalla por el poder contra Trump es
obscena. Para que no lo vea, a la niña, que cumple 18, ya la han
colocado en España, cosa que pocos padres españoles pueden hacer. Podría
hospedarse en el castillo de Zetapé (¡los otros Addams!).
[Publicado el 6 de Junio de 2016]