jueves, 20 de junio de 2019

El tembleque

¡Liberalismo y Modernidad!


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

El tembleque de frau Merkel disparó la imaginación. ¿Una pompa de polonio enviada por Putin al presidente ucraniano? Más bien, una respuesta nerviosa de la canciller a la pretensión de su Sacarino Macron de constituirse en Ceo de su IV Reich.
El único saber acreditado por Macron es pegar (a los chalecos amarillos) sin dejar señal (en los medios, que le dan tratamiento de Federico II el Grande), y al descubrir su ambición, Merkel, la frau que no podía temblar, rompe a flanear como el héroe de los Grimm cuando tomó una esposa que le echó encima una palangana de agua fría.
Macron cuenta para sus planes con Sánchez y Rivera, que negocian para España el protectorado francés.
Las necesidades del mundo europeo en estos instantes determinan la posibilidad de constituir una prepotente federación ibérica que fuese guardián del mundo africano al cual las potencias vencedoras en la guerra van a llevar su civilización –editorializaba en 1918 la prensa progresista de Madrid.
Y Madrid enviaba a París a Romanones (“¡liberalismo y modernidad!”), que tenía don de lenguas, para hacerse el encontradizo con el presidente Wilson, al que roneaba el separatismo catalán con la “boutade” de la autodeterminación colonial.

Nuestro mindundismo político hace siempre la misma ruta. Homologación y convergencia. En el 76 había que homologarse: España se desprendió de su industria para ser homologada como “democracia” por los covachuelistas de la UE, todos con constituciones otorgadas por el ejército vencedor (a cuyos Douglas C54 prohíben aterrizar hoy en Berlín para un homenaje). Y en el 86 había que converger, sólo que, recordado por Hughes, que es economista, se ha convergido poco: caída tras el 75 (crisis del petróleo), alza, ondulación y cénit poco antes de la crisis del 2008; y tras ella, con los nuevos datos, España está (87,5) como en el 75 (87,4).

La piel de toro (de conejo, mejor) está ya en la mesa de Macron, con Sánchez y Rivera (estos no tiemblan) de tintoreros.