lunes, 24 de junio de 2019

San Juan miró hacia Mallorca

 San Juan cartujo en Burgos

San Juan de puerta en Sevilla


Francisco Javier Gómez Izquierdo

      Impredecibles, emocionantes y disputados sin miserias. Así deben ser los partidos de fútbol y así son cada año las eliminatorias para ascender a Primera. Son seis partidos, seis, como una corrida de miuras, y doy fe de que son partidos que hacen llorar, reír y maldecir a muchos miles tras una torrentera sentimental incontenible. Creí en el Málaga primero, luego en el Deportivo y así lo transmití aquí, fiándome de mis sensaciones y sobre todo de la calidad y el presupuesto de dos clubes, Mallorca y Albacete, bastante más modestos que los dos blanquiazules, pero ¡ay, amigo! en Segunda nada es lo que parece, gracias a Dios, y ya se sabe que uno está condenado a fallar cien pronósticos al año.
       
La prolongación de Martí y el hombre que tranquiliza en el campo es Bergantiños, quizás la pieza principal de un once que hace tres meses se sobresaltó de modo inexplicable en su propia casa cuando iba lanzado al liderato. Se despidió al antipático ¿? Natxo González y se contrató a Martí para devolver la alegría y la sensatez al equipo. El Dépor eliminó al Málaga porque marcó más goles y porque los  que lo parecían del Málaga se estrellaban en los postes. Martí con el 4-2 de Riazor defendió y le salió bien, con mucha fortuna eso sí y con la agradecida colaboración del portero Munir, el resultado en La Rosaleda. Ante el  Mallorca que parecía enemigo menor, con la ventaja del 2-0  repitió la experiencia y puso de inicio, en teoría músculo. No me podía creer que en noche  tan mágica, importante y decisiva el hacedor de diabluras Cartabia no saliera de titular y mucho más me defraudó el míster cuando ante la lesión de Nahuel ni hiciera mención de recurrir al mayor talento que había ayer en Son Moix. 
       
¿Por qué tanto miedo, míster? Somos muchos los que creíamos en usted y en su aparente equilibrio y sensatez, pero debo confesar que hacía mucho tiempo que no veía tanto miedo en un entrenador. ¿Será porque es usted tan mallorquinista que le comieron los nervios y la angustia de usted sabrá que? ¿Le embrujarían a usted, por ser noche de San Juan las meigas mallorquinas, que haberlas, haylas? El Mallorca de Vicente Moreno, un  míster acostumbrado a penurias, estrecheces y bocadillos encerrado en vestuarios, pisó los terrenos abandonados por los coruñeses para que Salva Sevilla desde la autoridad de sus 35 años, esta vez sin su guardaespaldas Pedraza expulsado en la ida, se pusiera a mandar y amedrentar a un rival descabezado, pues entre Vicente y Edu no salía ni medio Bergantiños, el añorado ausente. ¿Por qué sin Álex, prescindió también de Cartabia con el miedo que mete el número 11? Supongo que usted pensó que lo más probable es que el argentino no iba a parar a su lateral. Extraño argumento en un día en el que Estupiñán y Sastre no veían las supuestas vallas de Nahuel ¿por qué jugó? y Pedro hasta encarar las esquinas del área grande. El caso es que Salva Sevilla -si refresco la memoria con alguno que tuvo que ver, un día cuento el esperpéntico no fichaje por el Córdoba-, se sintió a gusto, se hizo el amo del partido y prácticamente jubilado en 2ªB completó una portentosa actuación con uno de esos goles inalcanzables para muchos futbolistas de Primera, el segundo que empataba la eliminatoria, y que hacen historia no sólo por su belleza sino por su trascendencia. Casi hace otro de absoluta perfección pero Dani Giménez estuvo sensacional. Con los humos propicios de las hogueras de San Juan apareció el sustituto de Budimir, autor del primer gol, Abdón Prats, delantero de los considerados arietes toscos que se perfeccionó tras cesiones en el Burgos, Mirandés y por último Rácing de Santander, pero del que no se sospecha capacidad para teledirigir misiles mortales. Lo hizo. Desde muy lejos. Con una conducción a la que faltaba coordinación pero al mocetón le salió un disparo tan perfecto que hizo feliz al mundo que llaman “bermellón”. 
     
A falta de 10 minutos Martí quiso que Fede Cartabia arreglara el desaguisado perpetrado por su timorata condición -no hay duda de su amarrateguismo- pero para entonces con los buenos vientos empujando el culo mallorquín lo que no puede ser no puede ser y además es imposible, que diría el filósofo.
      
Enhorabuena al Mallorca. A Vicente Moreno sobre todo, por ser capaz de llevar al equipo desde 2ªB a Primera en dos años. A su segundo Dani Pendín, otro que ha padecido el fútbol menesteroso y al que tanto he admirado. Y por último a Abdón Prats, al que se le aclara el futuro en una noche, dicen que de brujas. En Galicia, meigas.