martes, 10 de junio de 2014

Por Montero



Beatriz Manjón
Abc

A la proeza de hablar como rubia siendo morena, ha sumado Mariló la de promocionarse en la competencia. Con motivo del estreno de « El pueblo más divertido», una suerte de «Gran Pis», diría Millán, estuvo en «El Hormiguero», disculpándose con el público por no ser estrella internacional. Aunque Motos no dijo lo que VelencosoVelenposo– a Belén Rueda, «prefiero el producto nacional», ella tonteó. Mariló coqueteando con Motos se me antoja tan excitante como Revilla hojeando el «Interviú» de la Mosquera. «Estoy para comerme», presumió, que no es lo mismo que para digerirse, y aconsejó hacer crítica y no criticar, sin reparar en que, como el muñeco que inventó Forges en aquellas viñetas que recuerda Gistau, nos sirve de desahogo. «Una vez me hicieron una crítica y me encantó la respuesta que di». Azcona recomendaba no vengarse del crítico, pues un día, al intentar hacerlo, fue él quien recibió el puñetazo. Como doña Rogelia, Mariló gusta de la chistorra –su magdalena proustiana– y si no es trending topic una vez al mes, lo echa de menos. ¿Qué es un TT sino una longaniza de ocurrencias picadas y adobadas? Su visita cosechó un 14,5% de cuota, y es que de la presentadora, para la que la prudencia es una señora del pueblo, se espera siempre algo tuiteable.

Lo último: no le gusta hablar de la inviolabilidad del Rey, porque le suena sexual. Diría Resines que tiene la mirada sucia. De haber confiado TVE en ella para informar sobre la abdicación habría concluido lo que con el cura de Borja: es una estrategia para atraer turistas. El mundo por montero.