Una vez descartado el tema
de la declaración de Bien de Interés Cultural como planteó el
Ayuntamiento en 2011, el hijo de
Baldomero ha encontrado una solución que le permite darse un respiro sin
deshonrar la memoria de los Quintano ni cerrar el negocio: alquilar la
gestión del local, manteniéndose como dueño de la taberna.