San Rafael, el que sana
Francisco Javier Gómez Izquierdo
El 24 de octubre en Córdoba es fecha extraña y regularmente anacrónica, pues se venera a San Rafael, el arcángel que “dio la vuelta al mundo sin descansar” y al que la iglesia tiene asignado su día. El 29 de septiembre, junto a los custodios Miguel y Gabriel. La romería de San Rafael es un ir al campo de perol a comer migas a las once de la mañana y arroz a las seis de la tarde, y en la de este año se subía a los Villares con muchos temas de conversación con los que dar vuelta “al perol”.
Todo apuntaba a comentar las debilidades de Barça y Madrid en el ecuador de la Champions más la irrupción imperial del equipo de Ibrahimovic y el triunfo de la doctrina asfixiante de Simeone. De que ya no extraña nada del Borussia de Dortmound, aunque pilla un poco de sorpresa el pinchazo del Arsenal, acostumbrándonos a aguantar exigencias hasta después de Navidad. Digo a Rafael que es posible que Wegner haya cargado con demasiada responsabilidad los hombros de Özil, sin caer en la cuenta de que el turco- alemán es genial en las escaramuzas, pero apocado en las grandes batallas. El zumbido del avispero de Klopp es la tercera vez en poco tiempo que anula la creatividad de un futbolista admirado en lo técnico y empeñado en dar la razón a sus críticos. Un servidor no es sospechoso de negarle talento, pero desde que vino a Madrid siempre le he afeado sus desapariciones en las grandes citas. Otro Rafael dice que la Juve puede morir fusilada por los balazos de Drogba y me echa en cara lo bien que hablaba antaño de Kaká. Es cierto. Cuando Florentino fichó a Kaká creí que traía un profeta del fútbol. Yo le tenía en más que a Cristiano... pero ya lo dice la Biblia, “... desnudad a los falsos profetas”.
Como además de huelga de estudiantes se juntó que era fiesta en la capital, una avalancha ansiosa quiso colarse por las bravas en una extraña fiesta para la que nuestros hijos compran entradas por interné sin saber el sitio donde va a celebrarse. Una cosa rara que al parecer tiene su aquél. El mío ha ido a dos o tres eventos de estos, pero me dice que siempre en abierto y que es increíble la cantidad de solicitudes de entradas que reciben los organizadores fantasmas. Un amigo suyo pagó en la reventa 50 euros por algo que valía 12, con lo que me quedo a cuadros al conocer la deriva juvenil tras el nombre inconcreto de Rebel.
Y por fin, Manolo Escobar. Un buen hombre que tenía cara de serlo. Un español sin las taras, miserias, envidias y malquerencias españolas. Uno de nuestros amados difuntos. En su honor, coros espontáneos rodearon cientos de guitarras en los campos y parcelas cordobesas para cantar el Que Viva España. Dentro de poco, un acto impuro.