lunes, 30 de octubre de 2017

La banda sonora del “procés”



Hughes
Abc

El “Procés” ha tenido su banda sonora.
 
Cuando comenzó su recta final, quien más quien menos estaba atrapado aún en el “Despacito”. Pero la obsesionante fuerza de la política nos lo quitó de la cabeza. Quizás eso fue lo único bueno.
Lo primero que se me pegó fue el Himno de la Guardia Civil. El “Instituto gloria a ti”… Desplazó violentamente a Despacito mediante un silbidito recurrente. La parte de “Viva el orden y la ley”, con ser tentadora (mucho) no superaba el encanto musical de ese inicio: “Instituto gloria a ti, por tu amor quiero vivir”…

Días enteros silbándolo. Y he de decir que su efecto en el ánimo, en el espíritu, era tonificante. Es un silbidillo que da ganas de salir a correr o de hacer la cama con otros aires. La manifestación del 8-0 en Barcelona me metió también los cornetines y marchas de la Legión (confieso que la seguí de cerca). Pero duró menos, unas horas.

En esos días operó también “la resistencia del balcón de Balmes” y su actualización del “Que viva España”. Pero personalmente, lo que más me afectó vino después. Tuve unos días muy malos de recaída con la rumba que le hicieron unos sevillanos a Puigdemont. “Pui de Mon, te van a meté en prisión”. Vi el youtube 500 veces y me tiré media semana cantándola.
 
Pero el viernes sucedió algo extraño. Salí de casa cantando Els Segadors. Di las llaves a la puerta canturreando “Bon colp de falç” y un vecino, que me sorprendió, me miró con extrañeza. Le tuve que decir “buenos días” con forzada españolidad para que no pensara que estaba obsesionado con la DUI (que quizás un poco sí lo estaba). Esto me ha durado unos días. Els Segadors tiene en mí un efecto muy grande, cautivador, que va más allá de lo musical.

Los versos “bon colp de falç, defensors de la terra/ bon colp de falç” me atrapan de un modo tal que cualquier cosa que me dicen la meto ahí. Si decía “quiero un café”, mi cabeza lo repetía por dentro adaptado a la música dels Segadors: “Quiero un café. Quiero un café, pero no muy cargado. Quiero un café”. Y así me he tirado el fin de semana, con esa musiqueta en la cabeza. “No mete un gol. Benzema no es un nueeeve. No mete un gol”.

Me di cuenta de que la estrofa “Bon colp de falç / defensors de la terra/bon colp de falç” es como un haiku (5-7-5). ¡Esto me hizo pensar en Miquel Iceta! ¡Comprendí a Miquel Iceta! Iceta se ha tirado años en twitter colocando un haiku diario. Durante un tiempo, yo hacía otro de parodia sobre el haiku suyo. Me embelesaba. Ahora veo que Iceta estaba en realidad cantando Els Segadors, orientalizando, suavizando y sublimando Els Segadors. (¿No es ésa la labor política, vital de Iceta? Esa especie de catalanidad fussion, nigiri, zen, que confunde a unos y a otros.

Els Segadors estuvieron pugnando en mi cabeza (y en mi alma) con “Pui de Mon, te van a meté en prisión”. Como esos artistas que son en una mitad Michael Jackson y en la otra mitad Diana Ross. El genio rumbero sevillano, por cierto, había convertido a Puigdemont en un malo de película china, en un Fu Man chú, en el malvado Pui de Mon. El caso es que ahora que el procés ya va acabando me doy cuenta de que ha ocupado nuestras cabezas de un modo enorme, hasta musical. Me gustaría poder volver a la normalidad, es decir, a “Despacito”, cerrando el círculo. Salir enriquecido por (ojalá) un poquito de comprensión de lo catalán, de amor por lo catalán, con esta versión asardanada de la Cobla Contemporània.