lunes, 4 de noviembre de 2013

El atizador de Blatter



Atardecer de Difuntos
Chinchón


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Sucedió el 25 de octubre de 1946, durante el encuentro semanal organizado por la Sociedad Ciencia Moral de Cambridge (debate de profesores y estudiantes de filosofía) en el edificio Gibbs del King’s College.

    De profesor invitado, Karl Popper, el chico bueno de Viena, cuya charla llevaba por título “¿Existen los problemas filosóficos?”

    Estaban presentes Bertrand Russell, agitador radical, y el chico malo de Viena, Ludwing Wittgenstein, presidente del club.
    
Popper sostenía que la filosofía se ocupa de las cosas del mundo. Wittgenstein, no.

    El enfrentamiento, según los testigos, duró diez minutos. De pronto, Wittgenstein, que jugueteaba con el atizador de la chimenea, blandiéndolo, dijo:

    –Ponga un ejemplo de norma moral.

    Y Popper contestó:

    –No amenazar a los conferenciantes invitados con un atizador.
    
Wittgenstein sufrió un ataque de ira, arrojó el atizador  y se fue dando un portazo.

    Sobre este incidente David J. Edmonds y John A. Eidinow publicaron en 2001 un libro entretenidísimo titulado “El atizador de Wittgenstein, una jugada incompleta”.
    
Mis simpatías por Cambridge vienen de las regatas de primavera (81 por 75 victorias sobre Oxford) y por cuentos como el del atizador de Wittgenstein.
    
Frente a eso, Oxford sólo contaba con el Big Bang de Hawking, que tampoco es nada del otro mundo. Hasta que apareció el fifo Blatter, esa caricatura de Soprano con reloj de cuco.
    
Sesenta y siete años después de lo de Cambridge con Wittgenstein, Oxford montó el número del atizador con Blatter, el suizo que corona la cadena alimentaria en el fútbol contemporáneo, sobre Platini en Europa y Villar en España, todos ellos al servicio de la Grande Humanidad Culé, que abarca desde Qatar a la Unicef.
    
El añoso Blatter, teñido para la ocasión, ofreció en Oxford un número de club nocturno a la hora del cierre, haciendo mofa de Cristiano Ronaldo, que es hacerla del Real Madrid, en beneficio de Messi, que es el beneficio del Barcelona.
    
Con Platini exigiendo protección arbitral para Messi y con Blatter haciendo mofa de Cristiano, ¿qué se puede esperar del pobre Undiano?
    
Los árbitros son humanos –es la monserga popular.

    En el juego del poder, los árbitros son como los porteros de finca: no necesitan de propinas para saber a qué vecino hay que llevarle la bolsa de la compra o abrirle la puerta del ascensor.
  
Undiano decidió esta Liga en Barcelona con su mejor voluntad de acierto. El Madrid ha puesto el resto: el partido de Difuntos en Vallecas no lo veíamos desde el segundo año de Valdano, cuando el Rayo hizo de su Cappa un sayón en el Bernabéu.

    ¡Es la autogestión!

    Desde la grada, da la impresión de que el ataque lo organiza Cristiano Ronaldo, y la defensa, ay, Sergio Ramos, que para esto se deshicieron los dos de un entrenador.

    En los banquillos de Vallecas hubo un duelo de elegantes: por un lado, Paco Jémez, cuyo equipo parecía el Ajax de Cruyff, y por el otro, Ancelotti y Zidane, superpuestos como Cary Grant y Katharine Hepburn en “La fiera de mi niña”, cuando a ella se le rasga el vestido.

    Y Blatter, troleando.


LOS TRES MUNDOS
    Con Popper empezamos y con Popper terminamos. Cuando leemos que el Rayo es el Mejor Colista del Mundo en la misma prensa que dice Mejor Portero del Mundo (Casillas) y Mejor Central del Mundo (Ramos), nos acordamos de Popper, que fue el propagandista de los tres mundos: mundo uno, que es el mundo físico; mundo dos, que es el mundo de nuestras experiencias (para muchos, el mismo mundo que el primero); y mundo tres, que es el mundo de los productos del intelecto cuyo núcleo es el lenguaje humano. Es decir, Mundo Ramos, Mundo Casillas y Mundo Rayo, es decir, el Mejor Colista del Mundo. El nuevo fútbol no se entiende sin la vieja filosofía.