martes, 19 de noviembre de 2013

Tres mujeres


Rosa Díez

María del Carmen Chacón Piqueras

Susana Díaz


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    La socialdemocracia española, hija natural del falangismo (una revolución pendiente) y el franquismo (una dictadura paliada por el incumplimiento), nos ha puesto piso y TV, y a ver quién nos saca de casa.
    
Los españoles se niegan a salir de casa –titulaba el otro día una hoja volandera.
    
No; es que no les dejan las señoras.
    
La socialdemocracia los ha convertido en gallinas ponedoras: se levantan y se acuestan con el sol, y de ellas lo único que políticamente importa es un huevo para la docena de Montoro, que es el fraile.
    
De hecho, el futuro político de España pasa por tres señoras: Rosa Díez, Susana Díaz y María del Carmen Chacón Piqueras, ministra de Defensa de Zapatero, aunque del ministerio se ocupaba Constantino Méndez, que venía de la Once, de la Delegación del Gobierno de Madrid que detuvo ilegalmente a manifestantes de la Avt y de un Libro Blanco del Prestige inspirado en el discurso de ingreso de Marías en la Academia.
    
Díez, Díaz y Chacón son las tres gracias ramonianas de nuestro socialismo de corral. Lo de Díez es reñir. Lo de Díaz, engatusar. Y lo de Chacón, lo que diga su marido. Las tres sensibilidades de la mujer española en la Casa Común de la Izquierda.

    –¿Por qué los últimos vástagos de las grandes familias arruinadas suelen ser casi siempre mujeres? –se pregunta Pemán en su elegía de la casa grande.
    
Las mujeres son las que administran siempre los últimos restos de los patrimonios arruinados. Más fuertes para el dolor que los hombres, son siempre las últimas que permanecen a la cabecera del enfermo. Y las últimas que velan el caserón moribundo.

    Éstas no son guapas, con lo que nos ahorramos la pena de verlas discutir de hipotecas: la pena de toda alianza de lo bello y lo útil.

    Y nunca, nunca, nunca saldrá de ellas una majadería como la del pobre ministro Fernández, alter ego de Gallardón en el riau-riau etarra, para quien la prueba (?) de la derrota de la Eta es… la suelta de violadores.