El GemTheaterBar verdadero
Jorge Bustos
Pues honestamente yo no veo dónde está el debate en el asunto de
Eurovegas, abocetada como una Nínive por los pinceles tenebristas del
neoclericalismo de progreso. Los muecines de la socialdemocracia
coinciden aquí con las cautelas perfectamente canónicas expresadas por
la jerarquía eclesiástica, pero no vamos a descubrir ahora que la
Iglesia recela del juego, mientras que no deja de chocarnos el furor
condenatorio de Tomás Gómez, el Savonarola de
Parla, personalidad invencible –por la inteligencia– en cuya idea
platónica de república hay Gobiernos para los que pierden elecciones y
catacumbas para los miembros del Opus Dei.
Nos dan el turre catequético con la proliferación de chulos, putas, gánsters y hasta periodistas de sucesos como satélites de iniquidad que
orbitarán mefíticos por Alcorcón, arruinando el ejemplo ofrecido a los
niños por Casillas y Xavi. Pero el
espesor de las telarañas en las arcas españolas no nos coloca
precisamente en condiciones de debatir la pertinencia de Eurovegas, que
algo de dinero y de empleo sí parece que va a traer. La pobreza en
España siempre ha estimulado el trabajo intelectual, de modo que la
visión permanente de un puchero vacío terminó por originar la literatura
picaresca y la reflexión mística, así que hemos de respetar a quien,
ante la oferta de dinero y empleo, opta en un digno arrebato de
bizantinismo por quedarse con un artículo de fondo de El País.
Pero uno, que no fue llamado por el camino de la ascética, se pregunta:
¿qué hay de malo en aprovechar la salud del vicio como fuerza motriz de
la economía? Si el Gobierno pretende aprovechar a los parados como
cuerpo amateur de bomberos, y si ya hemos ensayado tímidamente con la
I+D sin que dé frutos apreciables, se me antoja una frivolidad
despreciar el potencial acreditado de la única aptitud humana que la
crisis no ha puesto en tela de juicio: las ganas de beber, jugar, comer,
consumir, alternar elegantemente con señoritas y entretenerse un poco
antes de rendir el cuerpo a los gusanos.
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