Francisco Javier Gómez Izquierdo
Hace una docena de años el Sevilla se reinventó con tres tipos casi anónimos que se acercaban a los pueblos a ver jugadores de 2ªB y a espiar a los rivales de 2ª. En El Arcángel los vi más de dos veces en el graderío, colocados discretamente para pasar desapercibidos ante el periodismo cordobés, que no se “coscaba” de su presencia, pues de lo contrario lo hubiera contado al día siguiente. De Monchi sólo sabían los sevillistas, a Caparrós se le relacionaba con un fútbol de albañiles y Antonio Álvarez había dejado de ser un defensa elegante y no estaba clara su función en el Sevilla. La segunda vez que los vi bajar de un coche en el aparcamiento junto al estadio me hice el tonto y fui a sentarme justo detrás del trío como quien no quiere la cosa.
Caparrós hablaba y gesticulaba sin parar, girado hacia Monchi, y éste asentía tras sus gafas de sol, mientras Antonio Álvarez no quitaba el ojo del césped.
-Quiyo....mecagüentó. Qu’el Nico tiene horchata, cohone...
Nico Oliveira jugaba cedido en el Córdoba y a mí me parecía lo mismo que al rebautizado Jokin.
El gran Sevilla se gestó en esos años. Hace poco, alguien que no recuerdo dejó dicho que heredar un equipo que deja Caparrós es “un chollo”. Es una de las más grandes verdades del fútbol español. ¡Que se lo digan hoy a Bielsa! Juande Ramos recogió los cheques al portador que encontró en el Pizjuán y se hizo multimillonario en leuros. Al presidente Del Nido se le amontonaron los triunfos en la cabeza y perdió la razón con Jiménez (“qué güevos tienes, Jiménez”) y la paciencia con Antonio Álvarez, el más discreto en el trato del trío fundador.
Aquí, en Salmonetes..., aconsejamos paciencia con el larguirucho míster, pero el señor Del Nido estaba mas pendiente de la nobleza ajena que del trabajo propio y después de millones de leuros gastados en jugadores y entrenadores, resulta que no está claro si faltan unos o sobran otros. Lo que es evidente es el mosqueo de la hinchada palangana que hasta aquí ha llegado.
Entre los entrenadores hay mucho timo y no todos valen para todas las plantillas. El Secretario Técnico Monchi era un profeta cuando echaba el ojo a un Alves ó un Baptista; sacaba del horno a un Reyes o un Sergio Ramos; se reunía con Álvarez y Caparrós... El Secretario Técnico Monchi pasó penurias y trabajó lo impagable para reconducir un Sevilla que nunca valoró ni valorará como merece el espíritu y conocimiento de los otros dos pioneros que creyeron construir un Sevilla grande. Al Sevilla le ha llegado a entrenar un psicólogo como aterido (Manzano) y uno de esos engreídos medio lunáticos que parecen salidos de la fábula del burro flautista (Marcelino). Justo lo que se descartaba hace doce años, labrando el futuro desde 2ª División.
Mientras, Antonio Álvarez está en el paro, no porque le falten ofertas, sino porque aprendió que no todos los entrenadores encajan en todos los clubs.
Hace una docena de años el Sevilla se reinventó con tres tipos casi anónimos que se acercaban a los pueblos a ver jugadores de 2ªB y a espiar a los rivales de 2ª. En El Arcángel los vi más de dos veces en el graderío, colocados discretamente para pasar desapercibidos ante el periodismo cordobés, que no se “coscaba” de su presencia, pues de lo contrario lo hubiera contado al día siguiente. De Monchi sólo sabían los sevillistas, a Caparrós se le relacionaba con un fútbol de albañiles y Antonio Álvarez había dejado de ser un defensa elegante y no estaba clara su función en el Sevilla. La segunda vez que los vi bajar de un coche en el aparcamiento junto al estadio me hice el tonto y fui a sentarme justo detrás del trío como quien no quiere la cosa.
Caparrós hablaba y gesticulaba sin parar, girado hacia Monchi, y éste asentía tras sus gafas de sol, mientras Antonio Álvarez no quitaba el ojo del césped.
-Quiyo....mecagüentó. Qu’el Nico tiene horchata, cohone...
Nico Oliveira jugaba cedido en el Córdoba y a mí me parecía lo mismo que al rebautizado Jokin.
El gran Sevilla se gestó en esos años. Hace poco, alguien que no recuerdo dejó dicho que heredar un equipo que deja Caparrós es “un chollo”. Es una de las más grandes verdades del fútbol español. ¡Que se lo digan hoy a Bielsa! Juande Ramos recogió los cheques al portador que encontró en el Pizjuán y se hizo multimillonario en leuros. Al presidente Del Nido se le amontonaron los triunfos en la cabeza y perdió la razón con Jiménez (“qué güevos tienes, Jiménez”) y la paciencia con Antonio Álvarez, el más discreto en el trato del trío fundador.
Aquí, en Salmonetes..., aconsejamos paciencia con el larguirucho míster, pero el señor Del Nido estaba mas pendiente de la nobleza ajena que del trabajo propio y después de millones de leuros gastados en jugadores y entrenadores, resulta que no está claro si faltan unos o sobran otros. Lo que es evidente es el mosqueo de la hinchada palangana que hasta aquí ha llegado.
Entre los entrenadores hay mucho timo y no todos valen para todas las plantillas. El Secretario Técnico Monchi era un profeta cuando echaba el ojo a un Alves ó un Baptista; sacaba del horno a un Reyes o un Sergio Ramos; se reunía con Álvarez y Caparrós... El Secretario Técnico Monchi pasó penurias y trabajó lo impagable para reconducir un Sevilla que nunca valoró ni valorará como merece el espíritu y conocimiento de los otros dos pioneros que creyeron construir un Sevilla grande. Al Sevilla le ha llegado a entrenar un psicólogo como aterido (Manzano) y uno de esos engreídos medio lunáticos que parecen salidos de la fábula del burro flautista (Marcelino). Justo lo que se descartaba hace doce años, labrando el futuro desde 2ª División.
Mientras, Antonio Álvarez está en el paro, no porque le falten ofertas, sino porque aprendió que no todos los entrenadores encajan en todos los clubs.
Entrenadores del Sevilla