domingo, 12 de febrero de 2012

Marías


Ignacio Ruiz Quintano
Abc Cultural

Para mi generación, literariamente, Marías era el tercerista de los jueves. Académicamente, sin embargo, Marías eran la Religión, la Formación del Espíritu Nacional y la Gimnasia, sin las cuales, por cierto, venía uno a completar un Bachiller superior a la mejor carrera de Letras contemporánea, cuya única exigencia es alguna lectura de las cosas de Marías, hijo del glorioso tercerista de los jueves y académico de la Lengua.

De Marías podemos decir lo de Proust –tuiteaba la otra tarde Manuel Jabois–: que uno acaba de leer sus frases antes de que él termine de escribirlas.

Algo así me sucedió con la pieza antimourinhista de Marías que me pasaron el otro día como los actores que acompañaban a Shakespeare pasaban sus comedias con la recomendación de leerlas: “Leedle una y otra vez, y si ni aun así le entendéis, estáis en evidente peligro de no entenderle”, decían.

Lo que uno ha entendido de Marías es que su pareja (“mi pareja”) le tiene por “un sin sangre y un soso” por culpa de Mourinho, el entrenador del Real Madrid, que según las investigaciones de la policía de la moral y las buenas costumbres sería la cabeza del nuevo fascismo mundial.

El lector parece oír los golpecitos de Marías con el canto de la cucharilla de moka en la copa de cristal para anunciar, tal cual:

Y me reafirmo en mi idea de que (Mourinho) no es nada inteligente, o, si quieren ustedes convertir esta frase en afirmativa, no seré yo quien se lo impida.

Este hombre es una mezcla de Jacinto Grau y Gregorio Martínez Sierra, tal como Alberto Guillén nos los presenta en “La linterna de Diógenes”:

Afirman que yo digo: “Shakespeare, Esquilo y yo” –defiende su reputación Jacinto Grau–. No; yo no he dicho eso. Lo que digo yo es: después de Shakespeare, yo.

El Rey me ha hecho llamar varias veces a su palco y yo me he negado a ir –defiende su republicanismo Martínez Sierra–. Yo no soy monárquico. El Rey lo sabe.

España.