jueves, 9 de febrero de 2012

Fatimís


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Fatimís serán los hijos laborales de Fátima, ministra del minijob, que al parecer ya están en camino. (Minijob, Joanna, Gimme Hope). La fiel infantería del minijob.

Anoche, en restaurante de diseño, fui atendido por un infante fatimí: uñas negras, como luto por su otra vida (laboral), seguramente en un taller mecánico cambiando neumáticos como enseña Lobato. Tuve el antojo de un trago de Hendrick’s con Fever Tree y pellejo de pepino de Leganés como el que la Sulamita lleva (el trago, no el pepino) a la boca de su amado. ¿Qué sabría ese muchacho de la Sulamita del Cantar? ¿O de Laureano, el de Gitanillos? ¿O de Ángel Jiménez, el de Balmoral? (Ángel y Laureano te servían, con la copa, las instrucciones para llevar como Jorge Berlanga el “dry Martini” en la mano.)

La reforma laboral será completa y útil –salmodia en los “ipad” la ministra Fátima.

Trae el mozo las copas de una en una, como si fueran las de la ira apocalíptica. La última, la mía.

El séptimo ángel derramó su copa por el aire

¡Qué ordinariez! –protestó en la mesa una marquesa.

En un vaso de sidra que el mayordomo del casto José se hubiera negado a introducir en el saco de Benjamín compone el camarero un trago de botellón: adoquines de hielo, un mordisco de limón como de limpiarse de carabineros los dedos, culín de Hendrick’s, y la tónica, al medio. Ni pepino de Leganés ni bayas de enebro.

Sí, hombre. Las que comía el ermitaño de “La vida de Brian”

Pero el chico, un infante minijob de la causa fatimí, se defiende con que la cocina (?) cierra a las once.

Catorce euros.

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