El Calvo del Córdoba
se va a Sevilla en junio
se va a Sevilla en junio
Francisco Javier Gómez Izquierdo
En el fútbol español viven dos ricos, media docena de austeros, una legión de pobres y más miserables de lo permisible. La Copa del Rey, esa competición casi clandestina, suele ennoblecer a dos o tres de entre los pobres, y a partir de dieciseisavos alegrar el cuerpo a media docena de aficiones, acostumbradas a sufrir un año sí y otro también. En la presente edición, el equipo de la Copa es el Mirandés, hasta antier el vecino pobre de los seguidores del Burgos C F, nuestro club de siempre.
Los futbolistas del Mirandés, si se aprenden los artículos del Reglamento, probablemente asciendan a 2ª División, y será cosa de ver ese mirar por encima del hombro a los de la capital, tan del gusto del catetismo nacional.
El otro equipo pobre de la Copa debió ser el Córdoba, pero los perdones de Pepe Díaz, un Toquero sin centímetros, ante la meta juvenil perica y el pecado capital en el último minuto del partido de un portero boliviano que nunca debió ser blanquiverde han impedido el duelo que soñaba quien suscribe. Un Córdoba-Mirandés hubiera llevado a semifinales al que a buen seguro se convertiría en el equipo de todos los españoles pobres, que excedemos en número a las arenas de la mar. Tal honor recae en el paisano Mirandés, que, como el Barça con su Messi y el Madrid con su Cristiano, tiene a su Pablo Infante, del que ya se ha dado cuenta en Salmonetes...
Pablo Infante, del que me cuentan cosas los que le conocieron de juvenil a las que no quiero hacer caso, es un mal ejemplo para la progresía imperante que no entiende cómo se puede trabajar ocho horas por la mañana en una empresa, ser futbolista por las tardes y rendir los fines de semana con mejores resultados que... pongamos Kaká, uno de los tipos que más ha defraudado a uno.
Apeado el Córdoba de la competición, y para todo aquél que siga manteniendo que en la Copa sólo es interesante la final, me permito recordar el susto que se llevó el psicólogo Manzano ante el Albacete, la defenestración de Garrido por culpa del Mirandés, el salto al estrellato de un delantero como Álvaro Vázquez que dará que hablar ó la confirmación de la venta de Javi Hervás al Sevilla, el traspaso más caro de la historia de mi equipo de hogaño.
Pues eso, que esperamos con ilusión ese Español-Mirandés tan grato a los burgaleses de la diáspora. ¡Ah! También hay un Real Madrid-Barça en cuartos, pero estos ya saben ustedes que todos los domingos juegan entre sí. El Mallorca que viene, es el Barça para los júligans blancos, y al Betis que asomará en el Camp Nou, se le tendrá por el Madrid entre los júligans azulgranas. Y así todas las jornadas.
En el fútbol español viven dos ricos, media docena de austeros, una legión de pobres y más miserables de lo permisible. La Copa del Rey, esa competición casi clandestina, suele ennoblecer a dos o tres de entre los pobres, y a partir de dieciseisavos alegrar el cuerpo a media docena de aficiones, acostumbradas a sufrir un año sí y otro también. En la presente edición, el equipo de la Copa es el Mirandés, hasta antier el vecino pobre de los seguidores del Burgos C F, nuestro club de siempre.
Los futbolistas del Mirandés, si se aprenden los artículos del Reglamento, probablemente asciendan a 2ª División, y será cosa de ver ese mirar por encima del hombro a los de la capital, tan del gusto del catetismo nacional.
El otro equipo pobre de la Copa debió ser el Córdoba, pero los perdones de Pepe Díaz, un Toquero sin centímetros, ante la meta juvenil perica y el pecado capital en el último minuto del partido de un portero boliviano que nunca debió ser blanquiverde han impedido el duelo que soñaba quien suscribe. Un Córdoba-Mirandés hubiera llevado a semifinales al que a buen seguro se convertiría en el equipo de todos los españoles pobres, que excedemos en número a las arenas de la mar. Tal honor recae en el paisano Mirandés, que, como el Barça con su Messi y el Madrid con su Cristiano, tiene a su Pablo Infante, del que ya se ha dado cuenta en Salmonetes...
Pablo Infante, del que me cuentan cosas los que le conocieron de juvenil a las que no quiero hacer caso, es un mal ejemplo para la progresía imperante que no entiende cómo se puede trabajar ocho horas por la mañana en una empresa, ser futbolista por las tardes y rendir los fines de semana con mejores resultados que... pongamos Kaká, uno de los tipos que más ha defraudado a uno.
Apeado el Córdoba de la competición, y para todo aquél que siga manteniendo que en la Copa sólo es interesante la final, me permito recordar el susto que se llevó el psicólogo Manzano ante el Albacete, la defenestración de Garrido por culpa del Mirandés, el salto al estrellato de un delantero como Álvaro Vázquez que dará que hablar ó la confirmación de la venta de Javi Hervás al Sevilla, el traspaso más caro de la historia de mi equipo de hogaño.
Pues eso, que esperamos con ilusión ese Español-Mirandés tan grato a los burgaleses de la diáspora. ¡Ah! También hay un Real Madrid-Barça en cuartos, pero estos ya saben ustedes que todos los domingos juegan entre sí. El Mallorca que viene, es el Barça para los júligans blancos, y al Betis que asomará en el Camp Nou, se le tendrá por el Madrid entre los júligans azulgranas. Y así todas las jornadas.
El Calvo del Mirandés,
ante el Burgos
ante el Burgos
