lunes, 23 de octubre de 2023

Vendaval en San Rafael

 





Francisco Javier Gómez Izquierdo


        Ya en otras ocasiones se ha contado aquí el privilegio cordobés de celebrar San Rafael el 24 de octubre como "toa la víadedió" y no el 29 de septiembre como decidió la iglesia en 1974 por la ocurrencia de reunir a todos los arcángeles en un mismo día, 29 de septiembre. Ya saben, día de perol en el campo y felicitaciones a los que llevan el nombre del Custodio de la ciudad, que son un considerable tanto por ciento y así el nombre admite mil declinaciones: Fali, Falete, Rafalín, Rafalillo, Rafa, Rafita, Rafalote... "Yo creía que se había muerto Rafaelillo, pero no, ha sido Rafaelito". Esto me lo aclaró Emilio Rafael, el jueves antes del diluvio. Mi amigo Gregorio se llama Gregorio Rafael, y mi vecino Juan, Juan Rafael también. Así de profunda es la devoción al Custodio que se apareció al Padre Roelas en lo que es hoy la iglesia del Juramento de San Rafael: "Yo te juro por Jesucristo Crucificado, que soy Rafael, ángel a quien Dios tiene puesto por guarda de esta ciudad". Si usted entra en un bar de barrio concurrido y saluda en alto con un "hombre, Rafael", la mayoría de las cabezas se volverán al escuchar su nombre. Es así, tal como lo leen.

     No sé si por contagio o como aviso, San Rafael viene apocalíptico este 23 y sus vísperas traen muchos daños y destrozos en la ciudad. Anoche, el rugido del viento resultó terrorífico para los temerosos y desastroso para bares, restaurantes, toldos y mobiliario urbano en general. De ramas y árboles arrancados hay un reguero que no parece tener fin y en mi paseo de rigor no he encontrado más que destrozos. El que más impresión me ha producido ha sido precisamente la caída de uno de los triunfos de San Rafael (creo que son diez los que hay levantados en Córdoba) sito en la plaza del Alpargate derribado por el peso de un álamo  y una palmera que el vendaval partió sin respeto por el lugar.  Junto al pedestal de ese triunfo esperamos Paco y servidor la salida del Rescatao en el domingo de Ramos, y uno suele intentar en la fecha contar un poco el ambiente que ahí se respira por Semana Santa. Me ha dado cosilla verlo hecho pedazos, pero no se me escapa que llevamos demasiado tiempo en lo que todo son deterioros, estragos, aniquilamientos... y lo peor es que no parece haber remedio. Hasta San Rafael "el que sana" parece haber desistido ante tanto cerril como abunda.