Ignacio Ruiz Quintano
Abc
España es una charca y yo soy la rana viajera, escribió famosamente Camba. De eso te das cuenta en Roma, cuando en el aeropuerto recibes la tarjeta de embarque: “Leonardo da Vinci-Fiumicino/Adolfo Suárez-Barajas”. El 78 nos dejó sin política y sin historia.
–Donde hay políticas, en lugar de política, reina el consenso –avisó el fundador de la Junta Democrática.
¿Y qué es el consenso? “Un acuerdo por unanimidad entre varias voluntades particulares que lo negocian en privado; el consenso saca la política de su seno civil para meterla en el Estado, y reduce la libertad de los gobernados a elegir entre dos partidos prebendarios financiados con fondos públicos”. Y de aquí nuestros políticos, nuestros generales y nuestros politólogos.
–Las imágenes que llegan son espeluznantes. Lo son también en la violencia diaria de la ocupación y el régimen de “apartheid”. Es necesario un alto el fuego inmediato, con intercambio de prisioneros –tuitea un mantenido del Estado de Partidos, Errejón, que funge de Oliver Twist del comunismo con nómina de la Monarquía en Lavapiés.
Para tipos así, la vida es un twist de Chubby Checker en la barra de la Wurli (“Come on, baby / Let's do the twist / Come on, baby…”), sin otro quitasueño que el día de paga.
–El horror que representan las consecuencias de las acciones militares (sic) sobre la población civil no debe hacer perder de vista la realidad: Israel es un Estado ocupante, que viola el Derecho Internacional y los DDHH y que oprime al pueblo palestino –tuitea Julio Rodríguez, el Batman que fungió de Jemad para Zapatero en Libia y Somalia.
Rodríguez, paisano de Feijoo, es hoy “l’aviatore Dro” de Podemos, pero su doctrina de la “acción militar” (rapto de niños y mujeres por milicianos de Hamás) queda para nuestras Academias.
–Hay que huir de la “futbolización” de la política y practicar una política basada en la unión de la ética y estética, es decir, en volver a hacer bella la democracia, máxima expresión de la ética en política –propone un experto en Reputación (?) que funge de politólogo, aunque se ve que de teoría política, puesto entre el Sabine y el Touchard, ha hecho lo que el asno de Buridán.
La “futbolización” de la política (bancar a un partido político como se banca a un club de fútbol) es otra cosa, y viene dada por la naturaleza del Régimen, basado en el sistema proporcional (que impide la representación). Para Leibholz, su ideólogo, con ese sistema el Estado de Partidos asegura la integración de las masas ciudadanas del partido en el Estado y sustituye el principio de representación (ser en otro) por el principio de identidad (ser en sí).
Fetichista de la palabra “democracia”, el españolejo de charca es en sí del Psoe o del Pp, que lo ignoran, como puede serlo del Barcelona o del Madrid, que no lo conocen. ¿De qué habla uno con un hincha?
[Martes, 10 de Octubre]