lunes, 16 de octubre de 2023

Fiebre del Oro


 2030

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Mientras el mundo se nubla, el Madrid se ilumina. No es Hollywood, pero es Bellingham con su candil. El candil con el que Diógenes buscaba un hombre lo usa Bellingham para buscar un gol. Cuando lo encuentra, lo mete él o se lo da a Joselu, el “9” que hace de Mbappé, para que nos angustie a todos con sus agonías.


    Bellingham es muy bueno, pero el periodismo corre a recordarnos que el mejor, en números redondos, es Morata, incluido su doblete al Madrid de Kepa (Courtois no le hubiera colado esos melones) la noche del derbi resuelto con un auto hat-trick de Alaba, al que los loros de Movistar llaman “Deivid”, se supone que en “austríaco”, esa lengua inexistente que Obama lamentó no saber hablarla una vez que pasó por Viena. Ni Mbappé ni Haaland ni Kane. El “9” de Europa es hoy Morata, lo que nos da una idea del progreso del fútbol, que avanza, imparable, hacia el Mundial Global 2030: España-Portugal-Marruecos-Iberoamérica, cuya Final se jugará en Casablanca, famosa por Humphrey Bogart y Groucho Marx, y obsequio de Sánchez a un país mezcla de Hoollywood y la Biblia, en imagen de Patton.


    Si nada se tuerce, en 2030 no tendremos coche, comeremos pienso de perro y viviremos en un radio einsteniano de 15 minutos, pero los vecinos de la Castellana podrán seguir por TV la Final en Casablanca, pues, según un dictamen de Roures, el nuevo Bernabéu intergaláctico no es sostenible, dado que “colapsa la ciudad”, primera de sus preocupaciones, hasta el punto que uno se imagina a Roures firmando palancas culés con comentarios de Sazatornil:


    –Firmo estas palanquetas para el Barsa, pero a condición de que el nuevo Bernabéu no colapse la Castellana.


    De jugarse la Final en el Bernabéu, sobrevendrían colapsos de tráfico que obligarían a las autoridades a trasladar el estadio al Ventisquero de la Condesa.


    La alternativa para jugar la Final sería el nuevo Campo Nuevo en Barcelona, ahora que, con el Mundial, la reforma podría cargarse al presupuesto mundialista de egresos, pero no sabemos qué dibujo territorial va a tener España en 2030. En cualquier caso, lo que decidan Infantino, el amigo de Raúl Castro, y Sánchez, el amigo de Marruecos, a los españoles, que son de buen conformar, les parecerá bien, y si ellos eligen Casablanca, porque les suena de Bogarth o de Groucho, bien estará.


    –Profesionalmente, nosotros éramos Brothers mucho antes de que ustedes fueran Warner –fue la respuesta que Groucho Marx dio a la reclamación de propiedad de Warner Brothers, productora de “Casablanca”, a los hermanos Marx, que habían rodado “Una noche en Casablanca”.


    Un Mundial de Fútbol no es otra cosa que una caricatura de la californiana Fiebre del Oro. Desde luego, la collera Infantino-Sánchez tiene menos de Warner-Marx en “Casablanca” que de Marvin-Eastwood en “La leyenda de la ciudad sin nombre”, y es una lástima que falte Rubiales para redondear una comedia balompédica post Berlanga y post Ozores.


    Del 82 nos quedan los recuerdos de un cenizo seleccionador nacional, del horrendo Naranjito, del runrún de los videomarcadores y del presidente Pertini bailando como Vinicius en el palco del viejo Bernabéu con el gol del bello (y desaparecido) Rossi. Poca cosa para los gastos que ocasionó. ¿Qué nos dejará, y no digo entre los dedos, el 2030? La primera sensación es que la repartija, al repartirse entre tres continentes, estará muy repartida, como la lotería navideña de Doña Manolita.


    Para dar satisfacción al incipiente nacionalismo madrileño, podría contraprogramarse la Final de Casablanca con el partido de homenaje en el nuevo Bernabéu a Modric, que aún seguirá jugando, para solaz del periodismo deportivo, que lo ha convertido en su clavo ardiendo. “Qué bien juega Modric”, es, en 2023, la jaculatoria de Maldini. Pero en 2013 todos (¡todos!) pedían a Cazorla y De las Cuevas. Trueba, más fino, tuiteaba: “Ayer soñé que el Madrid fichaba a Borja Valero en lugar de Modric. Luego desperté”. Y Maldini firmaba el enterado: “Hombre, veo que algunos ya me vais dando la razón con lo de Modric. No es medio centro para el Real Madrid. Hoy empezó bien, luego poco peso.” Lo corroboraba Rivero, periodista de Estado: “Ozil es más futbolista y mejor que Modric”. No podía faltar un Marcial, por sus epigramas, que trabaja para Roures y que le dedicó un tuit de sublime geometría: “La aportación de Modric al juego del Real Madrid es inversamente proporcional a su napia”. Hoy todos exigen la titularidad de Modric en las alineaciones de Ancelotti, que cada semana ha de explicar ante estos tipos por qué Modric, 18 años mayor que Bellingham, no puede jugar todos los partidos. Y quedan siete años para 2030.



Debut europeo de José Rodríguez


JOSÉ RODRÍGUEZ


    José Rodríguez fue el capricho de Mourinho en el Real Madrid. “Te voy a hacer el gitano más famoso del mundo”, dice el futbolista que le dijo el entrenador cuando lo hizo debutar en Europa con 17 años. Mourinho lo hacía jugar en el primer equipo y Toril lo enviaba al banquillo en el Castilla. José Rodríguez aparece y desaparece como un Guadiana de la cantera madridista, pero su caso no es comparable al de Lucendo con Cruyff. Ahora juega en el Hapoel Tel Aviv, vive a sesenta kilómetros de la franja de Gaza y ha salido en el programa cultural de Pedrerol mostrando el refugio antiaéreo ante los cohetes palestinos.

[Lunes, 9 de Octubre]